Fiesta reivindicativa
La celebración esta semana del Día de Andalucía se produce en medio de un escenario para nada esperado por parte del PP, formación que ha tenido que aguantar en las jornadas anteriores toda una lluvia de reivindicaciones que tenían en el Gobierno central su principal punto de mira. El conflicto del algodón, resuelto in extremis el pasado viernes, ha venido a significar un claro ejemplo de cómo en Madrid se abordan los temas andaluces, negando una salida, si ésta supone, de algún modo, dar la razón a la Junta de Andalucía o aquellos que no son sus aliados, como ocurre con la organización agraria COAG.
Al final, la presión social pudo más que la actitud cerrada, en principio, a cualquier acuerdo del ministro de Agricultura y Pesca, Miguel Arias Cañete,quien privaba, de esta forma, de una excusa a su presidenta en Andalucía, Teófila Martínez, para apuntarse mínimamente algún tanto, ya que se comprometió con los agricultores a mediar en este asunto. Con ello, lo que queda claro es que los algodoneros le han arrancado a Madrid las concesiones necesarias para hacer viable una solución al problema que tenían encima para esta campaña y las próximas.
Es el mismo camino que recorrerá, sin duda, el contencioso de las Políticas Activas de Empleo. Por mucho que diga ya el ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Juan Carlos Aparicio, cuando lleguen estas competencias a Andalucía serán fruto de la reclamación permanente que de esta materia se ha hecho en esta tierra y no producto de una medida adoptada por el Gobierno central como prueba de su sensibilidad hacia nuestra comunidad, tal y como podrían argumentar. Esta forma tan torpe de actuar sigue generando interrogantes sobre la verdadera voluntad del PP de apoyar a Martínez decididamente en su carrera hacia la Presidencia de la Junta de Andalucía. En apenas mes y medio el clima de euforia con el que llegaban del triunfal congreso nacional se ha desvanecido poniendose en evidencia sus carencias llegando a la celebración de un 28-F envuelto en un tono reivindicativo,tal y como ocurriera el año anterior con la reclamación del reconocimiento del censo real y la financiación autonómica.
Pero para movimiento táctico, el iniciado por el alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez-Monteseirín, quien parece dispuesto a estudiar librar al Ejecutivo central del mal trago que le constituiría elegir entre Madrid y la capital andaluza para la candidatura de España a los Juegos Olímpicos del 2012. La propuesta de integrar ambas opciones, planteada por los madrileños,ha generado escaso entusiasmo en las filas socialistas y sí, en cambio, en el Partido Andalucista que ha encontrado aquí el terreno ideal para diferenciar su discurso y arremeter duramente contra el alcalde al que le acusan de entreguismo y de rendirse ante la pelea que mantenía con Madrid. El PP aplaude sin disimulo la idea, ya que no quieren repetir el desgaste que les ha supuesto la candidatura de Granada a los Juegos de Invierno en el 2010.
El presidente Manuel Chaves ha advertido que es necesario estudiar bien cualquier medida a adoptar, no ya desde el punto de vista técnico, sino tambien político. Vamos, que no le ha gustado ni pizca esta idea. De modo que Monteseirín hará bien en prestar oídos sordos a las alternativas que se plantean desde Madrid y dejar así las cosas como estaban si no quiere tener más problemas de entendimiento de los que ya mantiene con los suyos.
Tampoco a Chaves le provoca simpatías el hecho de que el secretario general del PA, Antonio Ortega, emplee su nueva responsabilidad de consejero de Turismo y Deporte como una palanca de promoción de cara a su candidatura a la Presidencia de la Junta. En todo caso, Ortega no se da por aludido y resta importancia a la críticas considerándolas como simples 'chorradas'. Ahora sólo falta que, ante las quejas de los hoteleros sevillanos, el consejero tenga un gesto con ellos, como hizo en Málaga.
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