Toda la vida debajo de un toldo
Los chabolistas de un asentamiento de Sevilla se movilizan para que el Ayuntamiento les conceda casas
A la entrada al asentamiento chabolista de los Bermejales, en la zona sur de Sevilla, huele a café y a barbacoa. Son las cinco de la tarde y mientras su vecina pone la cafetera, María Acosta fríe carne en una brasa improvisada en la puerta de su chabola. Sus hijos acaban de llegar de trabajar y tienen hambre, pero se le ha gastado la bombona de butano y se las tiene que apañar con la candela. Llena un plato de carne recién hecha y enseña orgullosa su chabola, la segunda en la que vive desde que llegó al asentamiento, hace siete años.
María y su marido se instalaron primero en una de la decena de caracolas prefabricadas que hay distribuidas por este solar, pero se quedó demasiado vieja y se construyeron la chabola en la que viven ahora. En unos 35 metros cuadrados duermen el matrimonio y sus cinco hijos solteros y de día apilan los colchones para dejar espacio libre. María se jacta de cuidar lo que tiene. 'Es mi casa y a mi me gusta vivir sobre limpio', dice mientras muestra el brillo de los cacharros de cocina colgados de una pared y la vajilla envuelta en trapos pieza por pieza y apilados en una cesta de mimbre.
Las alrededor de 45 familias que viven en este asentamiento de chabolas han iniciado una campaña para exigir al Ayuntamiento que les facilite una casa. El pasado lunes, acompañados por miembros de Cáritas, Pro-Derechos Humanos y la asociación Arquitectura y Compromiso Social, visitaron al defensor del pueblo andaluz, José Chamizo, para pedir su mediación. Urbanismo diseñó en 2001 una actuación especial que preveía construir viviendas para alojar a los chabolistas de la zona, pero la Gerencia dio marcha atrás debido a las quejas que suscitó el plan entre muchos vecinos del barrio.
Los propios inquilinos de las chabolas acudieron a una de las manifestaciones sin saber que protestaban en su contra. 'Nos llevaron engañados', recuerdan en el asentamiento.
'Nos dijeron que era para que nos dieran casas a nosotros y luego nos enteramos de que era para que no nos las dieran y nos echaran de aquí', dice Francisco Saavedra -'como Cervantes'-, que vive en el asentamiento con su mujer y sus dos hijos, de cuatro y tres años. Francisco tiene 28 y como casi todos sus vecinos se gana la vida recogiendo chatarra, periódicos y 'lo que encuentre'.
Los chabolistas hacen la vida entre el asentamiento y el barrio. Los vecinos de los Bermejales coinciden en que no son conflictivos, pero muchos se muestran reacios a que les construyan pisos para realojarlos allí. Advierten de que en los Bermejales hay ya 312 viviendas sociales, una por cada 21 habitantes, 27 veces más que la media de la ciudad. Pero los chabolistas no entienden este argumento: el asentamiento lleva allí desde hace 18 años, por lo que muchos de sus inquilinos habitan en la zona mucho antes de que se construyeran las 3.000 viviendas que hoy componen Los Bermejales.
'Aquí nos trajo el Ayuntamiento hace 18 años y es donde tenemos hecha nuestra vida, donde están nuestros amigos y familiares, donde van nuestros hijos al colegio, donde nos buscamos la vida, ¿por qué no podemos vivir aquí?', le preguntaron el lunes al defensor del pueblo. No obstante, todos coinciden en que lo primero es la vivienda y que no importa donde se la den. 'Hay situaciones en las que uno no elige; sencillamente admite lo que le cae del cielo', dice una representante de Pro-Derechos Humanos que visita asiduamente el asentamiento. 'Lo que ocurre es que lo más factible es construir las viviendas allí', afirma.
Esta es también la opinión de Chamizo. 'Si llevan en los Bermejales tantos años no deber haber problema para que le construyan allí las viviendas, porque además hay espacio', comentó tras recibir a los chabolistas. 'Hay que respetar todas las opiniones, pero siempre que partan de la premisa de que estas personas tienen derecho a una vivienda digna', subrayó el defensor.
Las caracolas prefabricadas que instaló el Ayuntamiento para acoger a los primeros chabolistas tenían luz y baño. Pero la media de vida de estas casas es de dos años y aquellas ya tienen casi 20. Las tuberías dejaron de funcionar hace mucho y se convirtieron en ratoneras, el agua de las cisternas inundaba el suelo y los techos se calaban. Así que la mayoría apuntaló la caracola y la convirtió en chabola o directamente la echó abajo, vendió la chatarra y poco a poco levantó otra casa. Como María, que ahora está cimentando el suelo de la suya. 'Cuando ahorro compro un saquito de cemento y lo hecho'. Ya sólo le falta la mitad para tenerlo todo cimentado.
Las infecciones son comunes en el asentamiento. A los niños los lavan en la unidad de trabajo social del barrio, pero los adultos comparten una manguera que enganchan en alguna de las tomas que hay en el solar. Y todos hacen sus necesidades entre los jaramagos. 'Solo hay culebras, ratas y basuras, y allí nos tropezamos hombres, mujeres y niños', cuenta María. 'Toda la vida debajo de un toldo. ¡A ver si hay suertecita y nos dan un piso!', exclama mientras dobla con cuidado un chándal de uno de sus 15 nietos.
Especulación en VPO
La Empresa Municipal de la Vivienda de Sevilla (Emvisesa) hizo ayer efectivo por primera vez el derecho de tanteo y retracto que la Gerencia de Urbansmo le cedió sobre más de mil viviendas de protección pública. El ayuntamiento detectó hace meses que muchos de los adjudicatarios estaban vendiendo las casas y escriturándolas por alrededor de 10 millones de pesetas, aunque sospechaba que el precio real de la operación era muy superior. Por el momento, Emvisesa se ha hecho ya con cuatro de estas viviendas ejerciendo su derecho de adquisición preferente y, según explicó ayer el delegado de Urbanismo, ahora buscará a otras cuatro familias que se encuentren en lista de espera y que cumplan las condiciones para las que fueron construidas. En los primeros 10 años, los adjudicatarios están obligados a notificarle a la Gerencia cualquier transacción, que nunca puede superar el precio de la vivienda de protección oficial, y el organismo municipal puede ejercer su derecho de compra preferente. De las cuatro que ha comprado Emvisesa, dos están en el barrio de Los Bermejales y otras dos en el Polígono Aeropuerto. Carmona ya advirtió ayer de que al próximo Consejo de Emvisesa se llevarán otras cinco viviendas sobre las que se da la misma situación. 'No vamos a permitir la especulación en viviendas de protección oficial', subrayó ayer Carmona, que aseguró que se han detectado casos de viviendas que se registran por 11 millones de pesetas y se venden por 20.
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