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Las hebras de una tractorada

El algodón es la razón de existir de Trajano y una decena de poblados de colonos del bajo Guadalquivir

Alejandro Bolaños

Por estas fechas, Juan Egea y Pepe Saavedra ya debían haber aireado la tierra con el tractor, para mezclar abono y herbicidas. 'Antes de sembrar el algodón hay que hacer cuatro pasadas y sólo he hecho una', explica Pepe, de 42 años. Pero ni él ni Juan, de 45 años, trabajan desde hace dos semanas en sus parcelas. Y sus tractores tampoco. Junto a un millar más , concentrados en la plaza de España de Sevilla, se han convertido en el principal arma de presión de los algodoneros de la asociación agraria COAG en sus movilizaciones contra la normativa con la que el Ministerio de Agricultura quiere regular el cultivo.

Como sus tractores, Egea y Saavedra, algodoneros de Trajano, una pedanía de Utrera (Sevilla), llevan también más de diez días concentrados por COAG ante la sede de la Delegación del Gobierno. Por las noches, vuelven en autobús a sus casas, pero por el día intervienen activamente en asambleas y actos de protesta: ayer, una cacerolada, el lunes cortaron el AVE, en una acción que dejó 21 heridos entre policías y agricultores. Esta vez, después de comer, hacen un alto en su jornada de movilizaciones y vuelven a Trajano para explicar sobre el terreno las razones que llevarán a medio centenar de pueblos de Sevilla y Cádiz a la huelga general este viernes. En el camino, un centenar de tractores cortan el tráfico en las cercanías de Los Palacios (Sevilla).

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El viaje vital de estos dos hombres al bajo Guadalquivir comenzó hace 30 años. 'Nuestros padres entraron en los lotes que se adjudicaron entonces', explica Juan. El Gobierno, en el intermedio entre franquismo y democracia, cedió a las exigencias jornaleras y parceló las marismas de Utrera, Los Palacios y Cabezas de San Juan para sortearlas entre agricultores con familias numerosas. Los padres de Juan (cuatro hermanos) y Pepe (cinco) consiguieron parcela: una de nueve hectáreas y otra de doce, regadas con el 'canal de los presos' -construido por combatientes re-publicanos entre 1940 y 1961-, en los alrededores de Trajano, uno de los 12 poblados de colonos que se construyeron en la zona con el propósito de dar vivienda a los nuevos propietarios.

'En Trajano, todo depende del algodón', sentencia Pepe Saavedra. Los 1.500 habitantes de esta localidad dependen absolutamente de las cosechas de las 2.000 hectáreas de parcelas de regadío. Y en ellas el algodón es el rey absoluto desde el principio. 'En los años setenta, el algodón se recogía a mano, se necesitaba una cuadrilla de 30 personas durante un mes en el final de la campaña, ahora, con las máquinas echamos dos días con cinco personas', explica Juan.

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Los dos agricultores insisten en que no se oponen a la rotación, la medida propuesta por el Ministerio de Agricultura para limitar el cultivo. 'Aquí todo el mundo cambia, yo tengo algunas hectáreas de remolacha que ahora no puedo regar por todo esto', señala Juan. 'Si no rotas, el suelo va a peor y luego viene un hongo defoliante y se carga todo el algodón', agrega Pepe. El problema es que la rotación no es suficiente. 'Vamos contra los grandes que nunca han sembrado y quieren entrar ahora', advierten.

Las alternativas más habituales al algodón en esta comarca son la remolacha, el maíz y el girasol. Las señales de alarma se encendieron cuando Bruselas impuso un recorte brutal en las ayudas al girasol. 'Antes se pagaba 175.000 pesetas por hectárea, ahora casi ni 40.000', afirma Pepe. Y los agricultores de Trajano empezaron a escuchar que las grandes fincas construían 'balsas de agua y muchas tienen ya el terreno preparado para el algodón'.

Si entran los grandes que no suelen cultivar algodón, Trajano y el bajo Guadalquivir, anclado en el sistema de cooperativas de pequeños propietarios, podrían sufrir un duro golpe. 'En COAG dicen que hay preparadas entre 40.000 y 70.000 hectáreas', comenta Juan. En Andalucía suelen cultivarse algo más de 100.000 hectáres, cerca de la mitad en Sevilla.

Los agricultores de Trajano hacen números y no les salen: en una hectáreas, los costes fijos suelen estar en torno a los 180 euros (300.000 pesetas) y si no hay mucha penalización en las ayudas europeas, pueden sacar 150 euros de beneficio (250. 000 pesetas) por hectárea. Pero si los augurios de COAG se cumplieran, esta campaña la producción española podría superar las 362.000 toneladas, y las penalizaciones poner el precio que cobran los algodoneros de las desmotadoras (en Trajano también es de la cooperativa) en '100 pesetas por kilogramo, una ruina total', concluye Pepe.

De ahí que Pepe y Juan estén dispuestos a dejarse las manos en una cacerolada de diez horas y no duden en embarcar a sus familias en una marcha a Madrid mañana si el Ministerio de Agricultura no incluye alguna limitación más, en la línea de la que ya incluye la Junta: limitar la ayuda a los que hayan sembrado algodón en los últimos años, a 'los que están en esto de siempre'. 'Los autobuses salen a las cinco de Los Palacios', informa Antonia, esposa de Juan. 'No va a haber instituto, hacen huelga también', aclara Ana, la hija. 'Pues entonces nos iremos todos para allá', concluye Juan.

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