El reformismo iraní se convierte en la primera víctima de la nueva estrategia exterior de la Casa Blanca
Al incluir a Teherán en su eje del mal, George W. Bush ha dañado a los reformistas iraníes en su pulso interno con los conservadores y ha suscitado la inquietud de las diplomacias europeas e incluso la condena de Canadá, uno de los más fieles aliados de Estados Unidos. Rusia, que mañana recibe a Kamal Jarrazi, ministro iraní de Exteriores, considera asimismo 'irresponsable' la repentina carga norteamericana contra Teherán. Los intereses de Israel están detrás de la actitud de Bush.
En este asunto, al igual que en el palestino, Bush ha acabado por aceptar las tesis del Israel de Ariel Sharon, que desea el fracaso del reformismo iraní, quiere mantener su monopolio nuclear en Oriente Próximo y no descarta efectuar una acción militar unilateral contra la central nuclear civil que, con ayuda de Rusia, Irán construye en Buchehr.
Hace apenas dos meses, tras la firme condena por Irán de los atentados del 11-S, las facilidades que concedió a la intervención norteamericana en Afganistán y su positiva contribución al nacimiento del Gobierno provisional de Kabul, Washington parecía avanzar por la senda de la reconciliación con Teherán. Pero Israel llevaba semanas señalando a Irán como el 'país más peligroso' en el mundo musulmán para sus intereses y los de EE UU. El Mossad remitía a la CIA informes asegurando que Irán está desarrollando un programa clandestino de rearme, que incluye la búsqueda de la bomba nuclear. Y Sharon insistía en que Hezbolá, el grupo integrista libanés que apadrina Irán, debería ser incluido en la lista de enemigos de Washington.
Preocupación en la UE
La campaña israelí tuvo éxito y Bush terminó incluyendo a Irán en su eje del mal, junto a Irak y Corea del Norte, una política que fue reiterada el viernes por su vicepresidente, Dick Cheney. Y aunque pocos creen en la posibilidad de una próxima acción militar de EE UU contra Irán, la actitud de Bush preocupa seriamente en la Unión Europea, que mantiene relaciones diplomáticas y económicas con la antigua Persia y es partidaria de fortalecer la corriente reformista que dirige Mohamed Jatamí, el presidente elegido democráticamente. En nombre de la UE, Josep Piqué ha confirmado que el Viejo Continente seguirá colaborando con Irán.
'La agresividad de Bush', dicen fuentes diplomáticas europeas en Teherán, 'simplifica mucho la realidad y tiene un primer efecto inmediato: debilitar el reformismo de Jatamí y fortalecer a los clérigos conservadores que dirige el ayatolá Jamenei'. Washington ha intentado justificar su espectacular cambio de actitud acusando a Irán de conceder refugio a fugitivos talibanes y de Al Qaeda. También ha asumido como propia la tesis israelí de que Teherán y Hezbolá están detrás del envío de armas a los palestinos a través del barco Karine A. Informaciones filtradas a los medios de comunicación estadounidenses por el espionaje de Israel e imposibles de ser confirmadas afirman que Teherán podría haber conseguido en el mercado negro ruso suficiente plutonio y uranio para plantearse la construcción de una bomba. Según esas informaciones, Irán efectuaría trabajos de investigación en la Universidad de Sharif. Teherán, que ha suscrito el Tratado de No Proliferación Nuclear y se somete a inspecciones de la Agencia Internacional de Energía Atómica, rechaza esas acusaciones.
Bajo la presidencia de Jatamí, Irán ha efectuado un esfuerzo para desmarcarse del terrorismo y el belicismo y presentarse como un país partidario del diálogo de civilizaciones, siempre que EE UU respete su independencia. Eso sí, Irán persiste en su apoyo a Hezbolá y a grupos palestinos radicales, que no considera terroristas, sino resistentes legítimos a la ocupación israelí. Jatamí, no obstante, ha llegado a sugerir que Teherán estaría dispuesto a aceptar la existencia de Israel si los palestinos lo hacen.
Pero los halcones de EE UU, mayoritarios en el Gobierno de Bush, dan por muerto el reformismo de Jatamí y prefieren volver a medirse con los ultras del jomeinismo, que fueron sus enemigos más encarnizados en los ochenta.
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