¿Gueto o integración?
Un centro inaugurado en septiembre en Las Rozas, con un 70% de extranjeros, agrupa a sus alumnos por conocimientos y no por edades para intentar igualar la educación de los chavales
En el colegio número 6 de educación infantil y primaria de Las Rozas -fue inaugurado en septiembre a toda prisa y las autoridades educativas no le han puesto nombre aún- estudian 94 niños, de los que alrededor del 70% son hijos de inmigrantes. En el primer curso de la segunda etapa de educación infantil (de tres a seis años), la proporción de chavales extranjeros sube hasta el 82%: de 11 alumnos de una clase, sólo dos son españoles.
Los padres de los chavales aseguran que la comisión de escolarización (organismo encargado de decidir el centro al que se envía a los nuevos alumnos del municipio) está convirtiendo el colegio en un gueto. 'Así no se integra a los niños inmigrantes y, además, se juega con la calidad de la educación de nuestros hijos, que no está en consonancia con la de otros colegios del municipio', subrayan. Las dificultades aumentan debido a la entrada cada semana de uno o dos alumnos extranjeros, que, en algunos casos, carecen de las mínimas nociones de español.
Algunos niños son escolarizados sin tener apenas nociones de español
La llegada de inmigrantes a Las Rozas, unida al crecimiento demográfico natural del municipio (en el último año se censaron 5.000 nuevas personas), ha provocado un incremento en la solicitud de plazas escolares. Actualmente hay 3.000 niños escolarizados en siete colegios públicos, y de ellos, el 17% son extranjeros. Sin embargo, la mayor carga de inmigrantes se concentra en tres colegios (los más cercanos al núcleo urbano). La proporción es similar en los cuatro institutos de enseñanza secundaria.
Cuando se abrió el periodo de reserva en abril del año pasado, las autoridades educativas advirtieron de que 500 nuevos niños necesitaban un lugar donde estudiar. Pero no había plazas. Así que iniciaron la construcción del colegio número 6, del que sólo dio tiempo a acabar el edificio de educación infantil. El Ayuntamiento asegura que el centro estará terminado el próximo curso.
Ahora, todos los alumnos -desde niños de tres años a chavales de 12- comparten un único módulo, por lo que en algunas aulas se imparten dos cursos diferentes, separados tan sólo por unos armarios. En otras aulas, una única profesora tiene a su cargo dos grupos diferentes. Los alumnos de tercero de primaria comparten espacio y maestra con los de cuarto, y lo mismo ocurre con los de quinto y sexto. 'Parece que estamos en otro país', comenta indignada una madre venezolana, que tiene tres hijos en el colegio.
¿Cómo se maneja una clase así? 'Con imaginación y organización', explica Felicidad Hernández, directora del colegio. El centro ha formado lo que denomina 'grupos flexibles'. En las clases de quinto y sexto no se atiende a la edad de los alumnos (de 10 a 12 años), sino a los conocimientos. 'Por ejemplo, separamos a los más flojos en matemáticas y lengua un rato, mientras que los demás estudian otra materia', comenta la directora.
A pesar de las condiciones, la profesora de los niños de tres años confirma que para ella no existe ningún problema. 'Los más pequeños aprenden todo desde el principio, da igual la nacionalidad; la dificultad aumenta con los mayores', reconoce.
Pero para los padres no es tan sencillo. Piensan que ha existido una falta de previsión en el municipio y que ahora sus hijos cargan con las consecuencias. 'Los niños tienen hasta que compartir los libros, o hacer fotocopias para que los que entran nuevos todas las semanas puedan seguir las clases', dice otra madre.
Enrique Ramos, director del Área Oeste de la Consejería de Educación, piensa que existe algún caso en el que se sobrecargan los centros de inmigrantes. Pero excusa a la comisión de escolarización porque, según dice, recibe presiones para que los niños estudien junto a conocidos y agrupados por comunidades. 'Aunque normalmente se respeta la política de dispersión', puntualiza. Por otra parte, indica Ramos, los padres prefieren los colegios más próximos a sus domicilios. En el caso concreto de Las Rozas, tienen una mayor sobrecarga de extranjeros los centros cercanos al núcleo urbano. El coste de los alquileres impide a los inmigrantes acceder a las viviendas más alejadas del casco.
La edil de Educación de Las Rozas, Gema Matamoros (PP), reconoce que se han encontrado con una 'avalancha' de inmigrantes desde hace dos años. Por esta razón, existen colegios en los que hay más niños extranjeros de lo aconsejable. La edil opina, sin embargo, que este hecho no influye en la calidad de la educación. Al mismo tiempo, confiesa que la inmigración es un 'gran problema' y que hay niños que no están integrados, 'porque algunos no hablan ni el castellano'.
Como solución, el Ayuntamiento ha presentado un proyecto a la Comunidad en el que propone abrir un centro público de infantil y primaria y otro de secundaria para los alumnos nuevos que lleguen al municipio sin los conocimientos suficientes. 'Allí, en horario de tarde, les ayudaríamos, les enseñaríamos el idioma, y así la integración sería real', dice Matamoros. En el momento en el que alcanzaran el nivel exigido, se incorporarían a las clases con los demás niños.
En cuanto a la razón por la que existe una mayor concentración de alumnado extranjero en los colegios públicos que en los concertados, Matamoros no lo duda: 'La educación concertada tiene un coste, hay que pagar el comedor, el uniforme, además de que los colegios de Las Rozas acogidos a este sistema son católicos', explica, y pone el ejemplo de algunos chavales magrebíes que han sido escolarizados en estos centros y que luego han renunciado. Según el PSOE, en la oposición, ésta es una señal más de que el sistema educativo en Las Rozas no hace más que deteriorarse.
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