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Reportaje:

Menudos conciertos

Las instituciones musicales catalanas apuestan por los espectáculos para menores para formar al público del futuro

En un mundo dominado por la tecnología y la mercadotecnia que unifica gustos y modas, formar humanísticamente y educar la sensibilidad se han convertido en una tarea compleja. Frente a las legiones de seguidores de la música pop y rock, estratégicamente apoyada por millonarias campañas publicitarias, el mundo de la música clásica y la ópera no parece dispuesta a quedar reducido a un producto cultural para selectas minorías. Educar la sensibilidad musical de los más jóvenes y descubrirles que la música clásica también puede ser divertida es la estrategia adoptada por los auditorios, orquestas y teatros de ópera, que invierten en espectáculos pensados para los niños y adolescentes para formar el público del futuro.

En Cataluña, hace 15 años el Palau de la Música de Barcelona empezó ofreciendo seis conciertos para niños. Actualmente, se han añadido otras instituciones, públicas y privadas -el Liceo, la Fundación La Caixa, el Auditori de Barcelona y el Centro de Cultura Contemporánea, entre otras-, que ofrecen espectáculos para los niños. La oferta, que va desde la música clásica al jazz, pop y rock, pasando por la ópera, la música coral y la tradicional catalana, supera los 250 conciertos con más de 150.000 espectadores.

Las instituciones musicales públicas, conscientes de que su futuro pasa por ampliar el público más allá del puramente melómano, han optado por crear departamentos pedagógicos para crear espectáculos que acerquen la música de una manera comprensible y lúdica a los más jóvenes. 'Debemos apostar por la formación musical de los más pequeños, porque son los espectadores del futuro, y hacer que cuando crezcan estén habituados a ir a un concierto', explica Marta Muntada, responsable de comunicación del Auditori de Barcelona. 'Los conciertos para niños deben incluir elementos básicos de la música y atraer la atención con una presentación y formato adecuados al nivel de comprensión del público', dice Eulàlia Antonés, directora del ciclo Les escoles al Palau, del Palau de la Música.

Los programadores de conciertos infantiles saben que los pequeños son un público exigente y sincero que no se deja engañar. Si el espectáculo les aburre hablan y arman alboroto. Por ello recurren a golpes de efecto, como el fuego que aparece en Trencadís de cançons, el concierto espectáculo que ofrece el Palau de la Música en sus conciertos escolares. Mónica, de cinco años, no dudó en saltar de su butaca para no perderse detalle. 'Me ha gustado cuando han venido los bomberos cantando para apagar el fuego', explica. Marc, de ocho años, pensó que el concierto Els sons de la terra, que el 26 de enero abrió el ciclo Concerts en Família del Auditori no era un aburrimiento como había pensado. 'Me he emocionado al comprobar que me sabía las canciones', confesó.

La mayoría de las programaciones ofrecen los mismos espectáculos en sesiones escolares, los días lectivos, y familiares, los fines de semana, para que los niños puedan acudir con sus padres. 'Los conciertos infantiles deben estar basados en una estructura triangular en la que los vértices son el niño, la familia y las escuelas. La perfecta sensibilización musical se logra con la interacción de los tres', asegura Nona Arola, directora de programación artística del Auditori. Xavier Pujol, jefe del departamento pedagógico del Liceo, ve la familia como elemento destacado en la educación. 'Que los niños vayan a un concierto con sus hermanos, padres o abuelos fomenta que se hable en casa de música', dice.

La Fundación La Caixa programa desde 1993 un ciclo de conciertos familiares que este año se ofrece en 10 poblaciones de Cataluña y Baleares. 'Los niños se divierten con lo cómico o lo que sobre el escenario les llama la atención y sin darse cuenta escuchan música', afirma Jordi González, padre de Lluís, quien tras ver el pasado 19 de enero en Granollers el espectáculo Tempestad sobre las cañas no daba crédito de cómo el grupo Les Bons Becs podían hacer sonar sus clarinetes después de haberlos roto aparentemente.

Y es que la música enseña sin palabras. 'La música es una experiencia básica para el desarrollo de la personalidad. Educa incluso sentimentalmente ya que a menudo el teatro y la ópera permiten vivir sentimientos y emociones que no hemos adquirido, pero que podemos llegar a entender al ver a los personajes experimentando esas sensaciones', señala Xavier Pujol refiriéndose a las óperas. La programación infantil que Pujol dirige en el Liceo es la que ha experimentado el salto cuantitativo más espectacular, pasando de 21 representaciones en la temporada 1999-2000 a las 61 que ofrecerá la próxima, en la que se prevén 59.500 espectadores. La propuesta del Liceo es una de las más ambiciosas y ofrece desde adaptaciones de óperas interpretadas por adultos hasta óperas cantadas por los propios niños.

Una sola hora de música

Construir la base de una educación musical es una tarea prácticamente imposible para los colegios e institutos, por lo que se ven obligados a recurrir a apoyos extraescolares. Esta necesidad se ha visto incrementada tras la implantación de la LOGSE, que ha reducido la asignatura de música a una hora semanal. 'Los conciertos para niños y adolescentes refuerzan las carencias de nuestro actual sistema educativo. Una hora a la semana es muy poco si queremos fomentar el interés por la música entre los escolares. Los padres interesados en que sus hijos aprendan música se ven obligados a llevar a los niños a escuelas de música y éstos son los únicos que acaban secundaria con un buen nivel. Así la música no está al alcance de todos', explica Núria Colomer, profesora de Música del colegio Sant Pau de Sant Pol de Mar.

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