Calidad de la educación
Los profesores de enseñanza que trabajamos en centros públicos seguimos esperando a un ministro o a una ministra de Educación que crea realmente en su cargo, es decir, que crea que por encima de cualquier compromiso, su tarea es demostrar que la enseñanza pública le importa lo suficiente como para que al terminar su mandato pueda decir que ésta se encuentra en mejor lugar que cuando él o ella accedieron al cargo. ¿Alguien se imagina al director de Ford España llegando todos los días a su trabajo conduciendo un Citroën o viceversa? Pues en la puerta de cualquier centro de enseñanza privado o concertado de enseñanza primaria o secundaria de España se puede ver a diario cómo van llegando alumnos cuyos padres o son autoridades políticas o tienen relación con el mundo de la enseñanza. En los últimos 25 años, ¿cuántos ministros de Educación han llevado a sus hijos a centros públicos? ¿Cuántos consejeros de Educación de las 17 comunidades autónomas lo hacen en estos momentos? ¿Cuántos profesores de enseñanza secundaria?
El problema, efectivamente, es de credibilidad. Por eso, por muchas reformas que nos vengan, mientras no haya al frente del Ministerio y de las consejerías de Educación responsables que crean de verdad en la enseñanza pública, el futuro de ésta continuará bajo sospecha. Hace menos de un mes que el Gobierno de la Comunidad de Madrid decidió dar una paga extra de dos millones de pesetas a profesores que llevaban trabajando 25 años. A profesores de la enseñanza... privada concertada. Por supuesto. Parece ser que en la pública no encontraron a nadie que cumpla este requisito. ¿Y con esta carta de presentación me quieren convencer de la bondad de las reformas? Nadie que conozca la situación de la enseñanza en nuestro país puede dudar de la necesidad de las reformas; pero entre la cerrazón de los socialistas, la demagogia de Izquierda Unida, el folclor de los sindicatos de estudiantes, la falta de representatividad de los sindicatos de profesores, la desgana de la mayoría de éstos y la lógica electoral del Partido Popular teniendo en cuenta los sectores que le apoyan, no queda ninguna razón para el optimismo, al menos para quienes creemos que un sistema público de enseñanza debería de ser sinónimo de exigencia, tanto si eres de izquierdas como si eres de derechas, a lo mejor todavía más si de verdad te sientes de izquierdas, porque, a estas alturas, decir calidad ya no significa nada.
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