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Columna
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En la sombra

Estos días está de plena actualidad el eterno pulso entre dos focos de poder que se sitúan en Barcelona y Madrid. José María Aznar salió al paso con antelación, aireando la invitación a Convergencia i Unió para participar en el gobierno de España. Ésta es la duda permanente para una formación política que ha representado a la sociedad catalana con auténtica vocación, para contribuir y liderar la construcción del Estado español, como resultado de sus distintas nacionalidades.

Vivimos estos días la pugna acerada en el complejo mundo de la moda, donde las pasarelas Gaudí y Cibeles compiten para resituar el centro propulsor de este sector, tan creativo y en el que se inspiran los sectores de la confección y la alta costura. Las ferias, los aeropuertos, los puertos y la dignidad herida por una pérdida de impulso, constituyen piezas clave en el proyecto político revitalizador que se plantea Artur Mas en el horizonte del 2010. Unos meses antes abrió el fuego el Círculo de Empresarios, con sede en Barcelona, a partir de la difusión de un documento elaborado en torno al papel del Estado en el mantenimiento del equilibrio económico territorial en España. Poco después incidió la reticencia de José Manuel Lara, desde el Instituto de la Empresa Familiar, afincado en Cataluña, frente a la probable reelección del presidente de CEOE, José María Cuevas, tras dieciocho años ininterrumpidos en la cúspide de la organización con mayor capacidad de presión del país. El lanzamiento de Artur Mas como conseller en cap de la Generalitat de Cataluña, con plenos poderes para reorganizar el Consell y con invitación especial para participar en el Foro Económico Mundial de Nueva York, no significa un simple cambio de personas, sino el decidido envite de las fuerzas vivas de Cataluña para recuperar el espacio perdido.

El proceso electoral que viven las Cámaras de Comercio ha aportado dos novedades significativas. Por una parte, Antoni Negre, presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona y del Consejo de Cámaras de Cataluña, no se presenta a la reelección. Por otro, la sorpresa ha saltado en la Cámara de Comercio de Madrid, donde ha llegado a la presidencia Fernando Fernández Tápias, presidente a su vez de la Confederación Empresarial Independiente de Madrid (CEIM), en un incidentado proceso electoral en el que ha vencido por 39 votos, frente a los 28 que ha obtenido el hasta ahora presidente de la institución cameral madrileña, Juan Mato. Nunca, hasta ahora, se había planeado situar abiertamente a un presidente de una organización empresarial de primer rango en la cúpula de su correspondiente Cámara de Comercio. Tápias ha contado con el apoyo de Alberto Ruiz Gallardón, presidente de la Comunidad de Madrid, y puede que ésta no sea la última batalla para llegar a cotas más altas. En todos estos aspectos falta saber el papel que va a jugar la Comunidad Valenciana. Economía, empresarios, política, no son sino elementos de una realidad que se funden en la sociedad valenciana. Todavía no se ven nítidos los indicios de que finalmente quede definido o alineado el destino de un espacio geopolítico, con perceptible poderío económico. La Comunidad Valenciana tiene sin resolver su posición en un conflicto, en el que su decantación puede ser decisiva para no seguir en la sombra.

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