_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Educación y democracia

¿Por qué la ministra de Educación, Pilar del Castillo, se empeña en enfrentarse al sector de la enseñanza cada vez que decide legislar sobre la materia? Lo hizo con motivo de la Ley Orgánica de Universidades (LOU), ganándose a pulso la enemiga del mundo universitario, y lo está haciendo con la anunciada Ley de Calidad, situándose frente a un amplio sector de la enseñanza secundaria. ¿No hubiese sido más saludable, y de más provecho para todos, haber tratado de llegar a un pacto sobre la educación (universitaria y de enseñanza secundaria) con el PSOE, dada la afición que el PP tiene a llegar a acuerdos con el principal partido de la oposición, marginando y dejando de lado a los demás? Parece ser que el PP no lo cree así. En esto de la educación el PP prefiere andar por libre. Él sólo se basta para llevar esta nave a puerto. Pero... ¿a qué puerto? Cuando se debatía la LOU, el presidente Aznar se permitió descalificar a los rectores de las universidades acusándoles de 'defender un corporativismo rancio y reaccionario' y calificándoles de 'progres trasnochados'. Lo bien cierto es que aquella ley se debatió en el Congreso con nocturnidad y alevosía en una sesión maratoniana que acabó de madrugada y en la que el debate arrojó una media de un minuto por enmienda. No sé si esta Ley de Calidad seguirá el mismo proceso de discusión parlamentaria. No tendría nada de particular. Para eso tienen mayoría absoluta. Para ejercer el poder absoluto. Por parte del PSOE se ha aludido a esta reforma con descalificaciones como 'franquista' y similares. La ministra ha puesto el grito en el cielo. No le gustan las descalificaciones. No es una forma, ni educada ni democrática, de expresar las opiniones. No demuestra buena crianza. Y tiene razón. Sólo que sería conveniente que también le hiciese estas recomendaciones a su jefe político, Aznar, el que insultaba a los rectores. Esto es algo impropio de un político de tan acrisolada trayectoria liberal y democrática como José María Aznar. Lástima que quiera dejar la política. Le vamos a echar en falta.

fburguera@eresmas.com

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_