El proyecto final para reformar el paseo del Prado propone mover la estatua de Colón

El jurado del concurso para remodelar el eje Pradro-Recoletos tiene previsto hacer público hoy que el portugués Álvaro Siza Vieira es el ganador del concurso municipal. Según un miembro del jurado, el proyecto elegido es el que presenta las ideas más 'delicadas y respetuosas'. Incluye, por ejemplo, ampliar las aceras adyacentes a los museos, trasladar al centro de la plaza de Colón la estatua del marino y eliminar carriles del paseo.

La reforma de los paseos del Prado y Recoletos se planteó en el Plan General de Ordenación Urbana de 1997 con el objetivo de dar más espacio tanto a los vecinos de la zona como a paseantes, turistas y forasteros. En esta parte de la capital se ubican las principales pinacotecas del Estado (el Centro Nacional de Arte Reina Sofía, la colección Thyssen y el propio Museo del Prado), así como varios de los edificios y monumentos más emblemáticos de la ciudad (Biblioteca Nacional, Correos, estatua de Colón y fuentes de Cibeles y Neptuno).

Todos los edificios, así como el propio paseo, están declarados Bien de Interés Cultural, la máxima protección patrimonial que se les puede conceder. Se trata, en suma, de una de las áreas de Madrid más delicadas y sensibles de la ciudad. Una zona, además, sobre la que tienen competencia las tres administracciones: Ayuntamiento (responsable del tráfico y de la vías urbanas, Comunidad (que declaró la zona Bien de Interés Cultural) y Ministerio de Educación y Cultura.

Esas consideraciones obligaron al gobierno municipal a declarar desierto el primer concurso convocado para remodelar el paseo del Prado, tras presentarse 12 proyectos que, siguiendo las bases del concurso, aumentaban la superficie para los peatones a costa de horadar un nuevo túnel bajo el subsuelo del paseo. A las dificultades técnicas de la obra -desde la plaza de Castilla a la glorieta de Atocha discurre un túnel ferroviario (el túnel de la risa) y está previsto construir otro más- se sumó el rechazo del Colegio de Arquitectos y de diversos colectivos ciudadanos.

Partiendo de estas quejas, el jurado del segundo cuncurso convocado por el Ayuntamiento -dividido en dos fases, la primera de ideas y la segunda de propuestas concretas- se ha inclinado ahora por el proyecto que se ha 'acercado con mayor delicadeza al área sobre la que se va a actuar', según explicó la semana pasada uno de los miembros del jurado.

El proyecto (ver gráfico), presentado bajo el seudónimo de Trajineros, tiene el sello del portugués Álvaro Siza Vieira. Autor de la recuperación de Lisboa tras el incendio que asoló en 1988 uno de sus barrios más emblemáticos, el Chiado. Siza Vieira ha preparado el proyecto del nuevo Salón del Prado en colaboración con Juan Miguel Hernández León.

Su proyecto aboga por ensanchar las aceras que discurren junto a las pinacotecas: es decir, entre la glorieta de Atocha y la plaza de Neptuno, con el fin de dar más espacio a los visitantes del Jardín Botánico y del Museo del Prado. Idéntica medida se adoptará entre Cibeles y Neptuno, junto al museo Thyssen. Plantean asimismo ensanchar las aceras en el paseo de Recoletos, con una intervención que trasladaría al centro de la plaza el monumento a Colón. Para ampliar las aceras se eliminaría uno de los cinco carriles que tiene actualmente el paseo del Prado en cada sentido de la circulación. Los ciudadanos ganarían así espacio en todo el eje, con más pasos de peatones y rotondas. Se convertirá, además, en calle exclusiva para los caminantes la cuesta de Moyano.

La reducción de espacio para los coches se resolvería derivando parte del tráfico por la calle de Alfonso XII. En la conexión de esta vía con el paseo de Infante Isabel y la avenida de Ciudad de Barcelona se abriría un túnel. El actual subterráneo de Alfonso XII se ampliará a cuatro carriles.

Miembros del jurado resaltaron la pasada semana que el hecho de que ese proyecto gane el concurso no significa que todas las ideas del proyecto se hagan realidad. 'La remodelación del eje Prado-Recoletos supone un conjunto de obras que puedan tardar de 10 o 20 años o no ser realidad nunca', apuntaron. Además, al estar declarada la zona Bien de Interés Cultural la última palabra la tiene la Comunidad, que se excluyó por ese motivo del jurado.