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Reportaje:

La manipulación del modelo irlandés

El documento presentado por Batasuna como su última propuesta de paz es el resultado del análisis interesado y falto de rigor que dicha formación ha realizado del denominado modelo irlandés. Aunque el proceso de paz en Irlanda ofrece a los abertzales lecciones muy útiles para acabar con el conflicto, éstos continúan ignorándolas.

En 1987 el Sinn Fein elaboró un documento titulado Un escenario para la paz sobre el que Maite Ubiria, una de las firmas habituales de Gara, ha escrito recientemente: 'Las bases del proceso irlandés se situaron, si no exclusivamente sí en parte, en el documento Un escenario para la paz, por el que Sinn Fein dio cuerpo a las reflexiones respecto a la búsqueda de la paz a finales de los ochenta. En dicho texto quedó esbozada la que se conocería luego como la estrategia republicana para el logro de la paz'. Es ésta una interpretación simplista y errónea del proceso norirlandés, como lo son las referencias a lo ocurrido en Irlanda que Arnaldo Otegi hizo durante la presentación del documento de su formación, similares a las recogidas por ETA en su Zutabe de diciembre pasado. El motivo es que, al igual que gran parte del nacionalismo vasco, ocultan que el Sinn Fein y el IRA han aceptado ahora algo diferente por completo a lo que tradicionalmente han reclamado en relación con la autodeterminación.

La política del Sinn Fein, que Batasuna rescata ahora en su propio beneficio, está claramente desfasada

Conflicto colonial

El documento de 1987 reiteraba la clásica interpretación colonial del conflicto defendida por el republicanismo irlandés representado por el Sinn Fein y el IRA, como sintetizaba el siguiente párrafo: 'La partición (de Irlanda) perpetúa la negación por parte del Gobierno británico del derecho a la autodeterminación del pueblo irlandés. Perpetúa el ciclo de opresión/dominación/resistencia/opresión'. En consecuencia, su 'escenario para la paz' exigía: 'El final de la partición, la retirada británica de Irlanda y la restauración del derecho a la autodeterminación del pueblo irlandés para ejercer su propia soberanía e independencia'.

Sin embargo, 11 años después, en abril de 1998, el IRA aceptaba el Acuerdo de Stormont, pilar del proceso de paz, a pesar de evaluarlo así: 'Mantenemos nuestra posición de que un acuerdo de paz duradero exige el final del dominio británico en Irlanda y el ejercicio del derecho del pueblo de Irlanda a la autodeterminación nacional. Desde el punto de vista de nuestros objetivos republicanos y de cualquier análisis democrático, claramente este documento se queda corto a la hora de presentar una base sólida para un acuerdo duradero. En nuestra opinión, los dos inminentes referendos no representan el ejercicio de la autodeterminación nacional'. En contra de lo que reclamaban en su 'escenario para la paz' una década antes, los republicanos aceptaron en 1998 un documento que el propio Gerry Adams definió como 'particionista'. Desde entonces el IRA ha repetido que al pueblo irlandés se le continúa negando el derecho a la autodeterminación nacional, si bien mantiene su alto el fuego y su apoyo al proceso de paz.

El documento de Batasuna fue hecho público en presencia de Alex Maskey, dirigente del Sinn Fein que en 1998 había recomendado a los abertzales un 'realismo' del que su última iniciativa carece. Fue ese realismo el que llevó al IRA a abandonar su exigencia de que la paz solamente vendría una vez que el pueblo irlandés en su conjunto ejerciera el derecho a la autodeterminación tal y como reclamaba en el documento de 1987. Rompiendo con ese requisito supuestamente imprescindible, la celebración de dos referendos simultáneos en el Norte y en el Sur de Irlanda fue el método utilizado para aprobar el Acuerdo de Stormont, por lo que los republicanos no lo consideraron 'una auténtica expresión de la autodeterminación nacional', si bien lo aceptaron.

Es evidente que el Acuerdo de Stormont no se habría firmado si el Sinn Fein y el IRA hubiesen mantenido su aspiración histórica de que la autodeterminación del pueblo irlandés en su conjunto representaba un requisito imprescindible para la paz. Por el contrario, Batasuna reitera que 'el sujeto del derecho a la libre determinación es Euskal Herria', o sea, La Comunidad Autónoma Vasca, Navarra y el País Vasco francés. Esa es para los abertzales 'la piedra angular' para la paz, mientras que en Irlanda, a diferencia de lo que indica Otegi, los pilares son el cese de la violencia y el cambio de actitud de los republicanos respecto a la autodeterminación.

La política del Sinn Fein, que Batasuna rescata ahora en su propio beneficio, está claramente desfasada, como confirma la participación del IRA y de su brazo político en un proceso que en absoluto se ajusta al escenario que en 1987 plantearon como única solución. De hecho, aquella iniciativa del Sinn Fein ha sido descrita por quienes la alumbraron como 'ingenua' e 'imperfecta'.

Lo expuesto hasta aquí demuestra que el IRA no ha detenido su violencia porque se le haya concedido el derecho a la autodeterminación tal y como ha venido reclamando. Es muy probable que ETA sepa que tan decisiva renuncia del IRA es el resultado de una debilidad manifestada en un aislamiento al que tampoco es ajena la organización vasca, como demuestran los decepcionantes resultados electorales de su rama política. Es en ese contexto en el que Batasuna está copiando comportamientos previamente ensayados por el Sinn Fein.

A la derecha, el presidente del Sinn Fein, Gerry Adams, con Alex Maskey, durante una rueda de prensa el pasado agosto.
A la derecha, el presidente del Sinn Fein, Gerry Adams, con Alex Maskey, durante una rueda de prensa el pasado agosto.EPA

El control de la palabra paz

EL DOCUMENTO Un escenario para la paz, elaborado en 1987, era parte de una estrategia a través de la cual los republicanos perseguían la apropiación de la imagen de pacifistas con el objeto de deshacerse de la etiqueta de terroristas con la que se les asociaba. Tras los sucesos de Ermua, la presión de las movilizaciones sociales por la paz situaron a ETA en una crisis de repercusiones muy similares a las que Gerry Adams anticipaba para el IRA en el contexto irlandés. Ya en 1976 Adams expresó su preocupación ante la campaña iniciada por ciudadanos agrupados en el movimiento Peace People que mostraron su repulsa al terrorismo a través de pacíficas manifestaciones en las calles norirlandesas. Desde la cárcel escribió: 'Todos los medios de comunicación nos están bombardeando con noticias, y en especial periódicos como el Irish News están librando una guerra psicológica gritándonos cada día desde sus titulares con la palabra paz. (...) El movimiento por la paz debería recordarnos que la gente está cansada y quiere paz'. Como el mismo Adams reconocería años después, el Sinn Fein había 'perdido el control de la palabra paz dejando que otros se apropiaran de ella'. No podía ser de ningún otro modo cuando la continuación de la violencia impedía el éxito de una estrategia que, como ha admitido Mitchel McLaughlin, otro prominente dirigente del Sinn Fein, perseguía 'retomar la palabra paz porque la palabra paz se había convertido en un estilo, como un arma de contrainsurgencia'. El documento Un escenario para la paz fue seguido de otros en los que se utilizaba igualmente con profusión el término paz: Hacia una estrategia de paz (1988) y Hacia una paz duradera en Irlanda (1992). En ellos también se apreciaba una retórica engañosa similar a la que ahora recurre Batasuna con sus alusiones a una pluralidad que inmediatamente anula al imponer un sujeto política conformado por Euskal Herria. El escenario para la paz que Batasuna vislumbra bajo el eco del terror de ETA ofrece una concepción de pluralidad similar a la que expresó Seán MacStiofáin siendo jefe del IRA a comienzos de la década de los setenta: 'No habrá sitio para quienes dicen que quieren su herencia británica. Tienen que aceptar su herencia irlandesa y su modo de vida irlandés o no habrá sitio para ellos'. Tres décadas después, los actuales líderes del IRA aceptan con realismo que la unificación resulta inviable en el marco de una sociedad como la norirlandesa, profundamente dividida. El escenario para la paz en Irlanda ha cambiado, pero Batasuna prefiere ignorarlo.

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