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Reportaje:

Objetos que miran

El profesor Miguel Guirao expone obras elaboradas a partir de material de desecho

Como un niño feliz que cree haber descubierto un gran tesoro y lo lleva en sus manos, dentro de una bolsa donde sólo hay piedras encontradas entre la arena de la playa. Así se siente Miguel Guirao, un reconocido profesor universitario granadino, cuando vuelve a su casa y traslada hasta su buhardilla, medio a escondidas, objetos que ha encontrado tirados en la calle o incluso en un contenedor de escombros. Los desechos le miran y le piden que les devuelva la utilidad. Y Guirao, que se enamora rápidamente de ellos los recoge y los guarda primorosamente hasta que un día encuentra la manera de darle contenido a su existencia.

Trozos de madera de árboles talados que con algún retoque de pintura se convierten en vacas locas colgadas de una rama, chapas de lata de refresco que son el espejo donde se mira un payaso a diario, ladrillos rodados por la fuerza del mar convertidos en caras de humanos o papel desprendido de las paredes en el que las goteras han dibujado a Caperucita y al lobo. Estos son los 'juguetes' de un hombre de 77 años que ha dedicado la mayor parte de su vida a la enseñanza en la Falcultad de Medicina de la Universidad de Granada, que ha sido distinguido con la Medalla de Oro de la ciudad y que ha fundado tres museos de arqueología. Después de esta ardua tarea, desde hace dos años, ha dedicado su tiempo a una de sus grandes pasiones: sacar provecho artístico de todos esos objetos insignificantes que guarda desde hace décadas en sus cajones, porque confiesa que le resulta 'imposible tirar nada'.

Guirao, que huye de los contenedores para reprimir su afición a rebuscar en ellos, explica que los materiales paracen mirarle y decirle cosas, así que los recoge para que luego, en la intimidad, puedan seguir viéndose los dos. El profesor admira la naturaleza y se maravilla de lo que a su juicio ésta hace con las cosas. Por ejemplo, las goteras de su casa llevaban 20 años dibujando en el papel de sus paredes paisajes increíbles, incluso un mapa del mundo en el que tiene cabida el continente perdido de la Atlántida. Nadie, excepto él, fue capaz de reconocer en el papel figuras como la de un detective arropado en su gabardina, la de una mujer negra llevando al parque a dos niños o la de la abuela de Caperucita en la cama acosada por el lobo.

Guirao desborda imaginación en las obras que construye a partir de los elementos de desecho, pero no quiere pecar de pretencioso y evita llamarlas arte. A su juicio son una 'diversión' en la que interviene la estética sin duda. Presta atención a los colores, al equilibrio, a las formas, pero es renuente a considerarse artista por estas obras que ahora exhibe en la galería Manuel Rodríguez de la Facultad de Medicina de Granada. Asegura que le ha costado mucho mostrar sus trabajos porque los entiende más 'en la intimidad de casa que en el escaparate de esta exposición'.

Herencia del arte pobre

Miguel Guirao no sabe si su trabajo merece el reconocimiento de arte. Incluso manifiesta que se siente 'solo' en su afición y mediante un cartel colocado en el centro de su exposición pide que si hay otra persona que haga trabajos similares con objetos inservibles se ponga en contacto con él. Pero este profesor no está en absoluto solo. A finales de los años 60 surgió un mavimiento artístico en Italia cuyos planteamientos coinciden plenamente con las ideas de Guirao. Esta tendencia recibió el nombre de arte povera, que traducido al español de forma literal significa arte pobre. Los artistas de este movimiento, mayoritariamente italianos, tenían en común la utilización para la creación de sus obras de materiales poco convencionales, tales como ramas, arcilla, tornillos, latón, piedras, agua, vidrios o hierros. Casi todos ellos forman parte de las curiosas composiciones que Guiao ha creado. La mezcla de todos esos elementos tiene como finalidad que el artista exprese sus ideas a través de relaciones nuevas y sorprendentes. Se crean significados con objetos que por sí solos no los tienen. Guirao confiesa que no puede resistir la tentación de poner títulos explicativos a sus composiciones por miedo a que no se entienda lo que quieren transmitir. Sin embargo admite que sería mucho más valiente dejar sus obras a la libre interpretación del espectador. El arte povera pretendió desde el principio subrayar los conflictos entre la naturaleza y lo que hace el hombre. Entre los más importantes creadores de este movimiento están Mario Mertz y Jannis Kounellis. Con la utilización de objetos de desecho se pretendía que el protagonista de las obras no fuera el material sino el propio artista, su imaginación y las ideas que quiere transmitir. Pero Guirao se aleja un poco de esta concepción, ya que, al margen de su combinación personal, los objetos tienen para él vida propia y los admira como si fueran ellos los únicos responsables de su protagonismo.

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