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Entrevista:LUIS SANZO | Sociólogo y autor de 'El Pueblo Vasco y la Autodeterminación'

'Sin violencia también hablaríamos de autodeterminación, pero de otra forma'

El sociólogo Luis Sanzo acaba de publicar el libro El Pueblo Vasco y la Autodeterminación (Editorial Erein. San Sebastián, 2001), una de las más rigurosas y y directas aproximaciones que se han hecho a un asunto tan controvertido como indeterminado en el debate político vasco. Sanzo (Madrid, 1957), antiguo militante de Euskadiko Ezkerra que reside desde hace 20 años en Vitoria, no se conforma con dibujar el estado de la cuestión, sino que se arriesga a proponer un modelo de superación del llamado 'conflicto vasco' y sostiene que es posible y deseable un sistema de convivencia ciudadano al margen de la idea de nación.

Pregunta. ¿Qué le impulsó a abordar este trabajo?

Respuesta. En un momento determinado, cuando ya parecía clara la estrategia de confrontación que supuso el proceso de Lizarra, la puesta en tela de juicio de la validez del Estatuto y, fundamentalmente, la ruptura posterior de la tregua, llega un momento en el que un ciudadano normal añora la situación anterior, cuando existía un cierto consenso dominante sobre la validez de un modelo político autonómico, pese a las acciones de ETA. La crisis política se convierte en una crisis general y ese ciudadano no percibe que los partidos políticos sean capaces de establecer un nuevo sistema de reglas comunes, por lo que sólo le quedan dos alternativas: limitarse a ver lo que ocurre o dar al menos tu opinión. Es lo que he intentado hacer.

'En el PNV han perdido importancia los que apostaban por un modelo autonomista'
'Sin un consenso amplio no es posible un proceso de autodeterminación que sea democrático'

P. ¿A su juicio, sigue teniendo validez para el nacionalismo gobernante la declaración del Parlamento vasco en 1990 sobre la autodeterminación, o su enunciado gradualista y progresivo ha quedado desbordado?

R. Es difícil contestar esa pregunta. En principio, desde el punto nacionalista, debería ser válida, en la medida en que Ibarretxe ha asociado su modelo de autodeterminación a ese texto, que tenía dos elementos. Por un lado, la reivindicación de ese derecho para el pueblo vasco, que se desarrollaría a través del Parlamento vasco, y luego, la asunción del modelo del Estatuto de Gernika como elemento central del proceso de autodeterminación interno. Con Lizarra eso se rompe, porque se pone en tela de juicio la validez del Estatuto y, también, el liderazgo del Parlamento vasco. Pero esta cuestión ha sido matizada después de las elecciones por el lehendakari.

P. ¿Estaríamos hablando de autodeterminación de no seguir persistiendo la violencia?

R. Lo indudable es que sin la violencia de ETA no estaríamos hablando de esta cuestión de la misma manera, con el nivel de crispación existente. Pero creo que el problema del nacionalismo vasco es ajeno a ETA, porque su encaje o no en el sistema político español es previo a ETA, se mantiene con ella y pienso que si desapareciera ETA, aunque de otra forma, seguiría planteándose.

P. Sin embargo, también afirma la incapacidad del nacionalismo para proponer soluciones al contencioso que invoca.

R. Uno de los problemas fundamentales de Euskadi es que el nacionalismo tiene capacidad suficiente para teorizar una situación de conflicto, incluso para gestionarla, pero no tiene fuerza suficiente en el contexto internacional para imponer una salida al conflicto que plantea. Quienes queremos que se resuelva nos vemos en la tesistura de buscar posibles soluciones al problema que el nacionalismo presenta, desde posiciones que no son, en mi caso, asimilables al nacionalismo.

P. Pero esa falta de definición previa de las aspiraciones dificulta decisivamente la búsqueda de posible salidas...

R. En el caso del PNV es evidente que no hay, o al menos yo no veo, un modelo claro de sistema político para lo que define como Euzkadi o Euskal Herria. EA y Batasuna sí tienen una apuesta bastante nítida por un Estado independiente en el contexto de la UE. La estrategia soberanista del PNV da la impresión que pasa más por la idea de reivindicar el reconocimiento del ser para tener una capacidad de decidir, y que ya se verá en su momento, en función de los equilibrios internos y externos, en qué se concreta esa decisión. Lo que sí percibo en la evolución reciente del PNV es una perdida de importancia de los sectores que apostarían por un modelo autonomista integrado en el ámbito español.

P. En su libro viene a concluir que, por condicionamientos externos, y por exigencias de la democracia y la propia realidad vasca, sería inviable el ejercicio de la autodeterminación externa, la independencia. Sin embargo aboga por el reconocimiento jurídico de ese derecho. ¿No le parece una contradicción?

R. Lo que parece claro, tras analizar cómo se ha aplicado la norma internacional en crisis recientes de distintos estados y cúal ha sido la postura de las instituciones europeas, es que resulta inviable un proceso de autodeterminación externa que no cuente con un apoyo por parte del Estado español. El nacionalismo plantea su modelo de salida al conflicto en base a tres ideas principales: autodeterminación, territorialidad y ámbito vasco de decisión. Si partimos de principios democráticos, es evidente que ninguna de ellas puede ser impuesta con carácter previo en una negociación. En el caso de la territorialidad, parece evidente que cualquier argumento de legitimidad democrática que pudiera invocarse para un proceso de autodeterminación externa de Euskadi frente a España podría también aplicarse no ya a Navarra frente a Euskadi, sino a los propios territorios históricos. Y el llamado ámbito vasco de decisión no puede analizarse sólo desde el principio de mayoría, debe también vincularse a otros elementos claves de la democracia, como el respeto a las minorías, la necesaria reforma de los sistemas jurídico-políticos en el marco de las leyes establecidas (en este caso, de una reforma de la Constitución). Todos los elementos llevan a que sólo podría desarrollarse una autodeterminación externa si hubiera un consenso básico entre las distintas fuerzas presentes, que no son únicamente las nacionalistas vascas, sino también las no nacionalistas de Euskadi, las de Navarra y las del conjunto del Estado. Sin un acuerdo entre ese conjunto de fuerzas políticas, desde un planteamiento democrático, no es posible un proceso de autodeterminación externa. Esto es evidente.

P. ¿No tiene la impresión de que, desde el nacionalismo gobernante, el derecho de autodeterminación se invoca no para ejercerlo, sino como una especie de claúsula de desenganche que se esgrimiría frente al Estado para lograr en cada momento las demandas que plantea?

R. Creo que el nacionalismo trabaja en términos de construcción nacional, de construir un poder político vasco a largo plazo. Sería interesante analizar por qué el PNV plantea ahora esta cuestión. Quizá, porque en un momento determinado consideró que podía ser un instrumento para que ETA cesara en su actividad terrorista. Sin embargo, una vez metido en este proceso, necesita llevarlo adelante de alguna forma. No creo que el objetivo sea ahora ejercer el derecho de autodeterminación, pero sí tenerlo ahí para, llegado un momento determinado, aplicarlo; probablemente, en una línea parecida a como se ha planteado en Quebec.

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