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El provocador elegante

Adolfo Marsillach desgranó en sus memorias y en entrevistas sus opiniones sobre la política, la cultura, la muerte o el amor

Miguel Ángel Villena

Adolfo Marsillach nunca fue políticamente correcto, ni antes ni después de que se acuñara este término anglosajón. Descarado e irónico, dominador del lenguaje como pocos, tanto el hablado como el escrito, tuvo una bien ganada fama de provocador. En una palabra, no se mordió la lengua ni al hablar de teatro ni al opinar sobre política ni al comentar aspectos privados de su vida. Ahora bien, su causticidad estaba aderezada con la elegancia de estilo de un caballero de otra época, de los que tenían a gala ceder el paso a las señoras cuando iban a franquear una puerta. Buena prueba de su inteligente ironía son sus memorias, Tan lejos, tan cerca (Tusquets), que ganaron el Premio Comillas de 1998. A continuación se destacan algunos comentarios que Marsillach dejó escritos en el citado libro o bien declaraciones en entrevistas periodísticas.

'Sin duda, Ana Botella ha sido la musa que inspira la política cultural del PP'
'No ha cambiado mi mirada. El cáncer no me ha hecho más comprensivo'

POLÍTICA

'El Gobierno de Aznar ha sido, para el teatro, una farsa'. 'Sin duda, Ana Botella ha sido la musa que inspira la política cultural del PP'. 'El primer actor ha sido Felipe González. ¿En qué género? Comedia ligera. Y luego, Aznar, que tiene algo de lo que en teatro llamamos el segundo, el que está al lado del actor principal y al final saca un puñal y lo mata' (EL PAÍS, agosto de 2001).

'Con el PP, el teatro perderá, pero haremos lo posible para evitarlo' (La Vanguardia, septiembre 1998).

'Estoy cabreado como Moliére. Me ha herido el que se haya supuesto en mí un deseo de alterar a los clásicos' (Diario 16, enero de 1996, poco antes de dimitir como director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico).

'Tengo un punto peligrosamente romántico. Siento una cierta debilidad por las batallas perdidas o por las actitudes, las posiciones, las ideas que fracasan' (EL PAÍS, junio de 1994).

'Seguramente mi incrédula serenidad procede de que todo lo que tenía que demostrar ya lo he demostrado. Lo bueno y lo malo. Sólo pretendo ser coherente y, aunque no me planteo ninguna batalla con nadie, tampoco hago caso a nadie' (EL PAÍS, enero de 1993).

'Fui un chico de una familia de izquierdas que quería parecer de derechas. Eran los tiempos en que se cantaba el himno nacional con el brazo como si se llamara a un taxi o se mirara si estaba lloviendo' (Cambio 16, septiembre de 1997).

TEATRO

'La gente dejará la droga que es la televisión para volver a los espectáculos vivos' (La Vanguardia, septiembre de 1998).

'Tengo muchas pesadillas, y entre ellas, tal vez la peor es una que se repite con frecuencia y en la que me veo en un escenario representando una obra de la que no sé el texto. Es un sueño muy normal entre los actores. Pero parece raro que aún me asalte a mí, que desde hace ya tantos años no me subo a un escenario. Tal vez yo siga siendo actor a pesar mío' (Memorias).

'Los actores que trabajen conmigo deben tener talento, vocación y disciplina. A partir de ahí, es tarea del director crear estilo' (Cambio 16, septiembre de 1997).

'Todas las grandes ciudades tienen cierto sabor teatral: París es Moliére, Londres es Shakespeare, Berlín es Brecht, Viena es Mozart y Madrid es Lope. Nueva York es, irremediablemente, Arthur Miller' (Memorias).

'Siempre he hecho el papel del personaje al que dejan, el tímido o el marido al que engañan' (Interviú, junio de 1994).

LITERATURA

'A pesar de haber colaborado como articulista en múltiples periódicos, de haber escrito los guiones de varias series para televisión, de haber publicado algunos libros y de haber estrenado algunas obras de teatro, muy pocas veces se me califica de escritor. Pensándolo bien, no debería sorprenderme porque comencé a ser actor a los diecisiete años y lo fui de un modo prácticamente ininterrumpido hasta que cumplí los cincuenta, o más bien los cincuenta y dos' (Memorias).

'Mi amigo el filósofo se arrellanó en su asiento y, casi sin mirarme a los ojos, me soltó: 'Nunca se sabe cuándo hacemos algo por última vez'. Entonces comprendí que debía darme prisa en escribir mis memorias. De la inútil comprobación de mi nadería viene la urgencia de escribir este libro: un relato de lo que hice y ya no haré, una mirada perpeleja sobre la necesidad de actuar'.

ENFERMEDAD Y MUERTE

'No ha cambiado mi mirada hacia los demás. El cáncer no me ha hecho más comprensivo' (EL PAÍS, febrero de 1999).

'Tengo miedo, y mucho, al trance de mi muerte. Es una imagen que empieza a ser recurrente en mí. La muerte en sí me parece una estupidez que no tengo más remedio que aceptar, pero me gustaría morir dignamente y no estoy seguro de conseguirlo' (EL PAÍS, mayo de 1994).

AMOR, AMISTAD Y MUJERES

'Soy un hombre con pocos amigos que conserva, a pesar de todo, un enorme sentido de la amistad. A lo mejor me pasa lo que a esas solteronas que nadie sabe si algún día fueron capaces de amar. O que nadie se preocupa de averiguarlo' (Memorias).

'Soy mucho mejor amigo cuando mis amigos pierden que cuando mis amigos ganan' (Interviú, junio de 1994).

'A veces he sido seducido y abandonado. Me sentí muy mal y, sobre todo, me parecía que cometían un error. Luego, con frecuencia, me han confesado que sí, que cometían un error y que debían haberse quedado conmigo y yo con ellas. Lo que pasa es que esa confesión siempre ha llegado tarde' (Canal Estilo, enero de 2001).

'No huyo del amor, aunque ésta debe de ser una de las imágenes que debo dar a las mujeres. Por supuesto, a las feministas. Pero no huyo, sino que busco desesperadamente, y quizá por eso exijo demasiado y de ahí viene el problema' (EL PAÍS, mayo de 1978).

'Escuchando, yo ligaba escuchando; porque los hombres escuchamos poco, sobre todo a las mujeres. Soy tremendamente pudoroso y decirle a una mujer 'te quiero' en castellano suena tan fuerte, tan tremendo... Yo lo demostraba, pero no lo decía' (EL PAÍS, agosto de 2001).

'En el juego amoroso se supone o se establece que las hembras seducen y los machos conquistan. Lo primero debe de ser cierto, pero lo segundo me parece rematadamente falso' (Memorias).

'He sido un machista insoportable y ahora soy soportablemente machista' (Interviú, junio de 1994).

'Las mujeres con las que he mantenido alguna relación sentimental, y que cito en mis memorias, no aparecen con sus apellidos e incluso, a veces, he modificado sus nombres auténticos. Es una mínima delicadeza que ni impedirá, supongo, el ejercicio de adivinar quiénes son. (O quiénes fueron)' (Memorias).

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