Tribulaciones en Sudán
Un trotamundos como Paco Nadal (presentador de En marcha en Canal Satélite Digital y colaborador en temas de viajes en EL PAÍS) era indicado para inaugurar una colección en español de libros de National Geopraphic. La peripecia elegida por Nadal es oportuna: un periplo realizado en solitario por el inmenso Sudán hace 10 años, cuyo relato trufa de orientativos episodios históricos y de informaciones actualizadas sobre ese país, el mayor de África y víctima de una guerra civil entre el norte musulmán y el sur animista que ha causado más de un millón de muertos, millones de desplazados y una serie de hambrunas que sólo de cuando en cuando aparecen en los medios de información del mundo rico.
EL CUERNO DEL ELEFANTE
Paco Nadal
National Geographic/RBA Barcelona, 2001
222 páginas. 15,92 euros
Nadal pone las cartas boca arriba y no oculta la necesidad de autoflagelación que le impulsó, en una época baja de su vida, a lanzarse precisamente a ese abismo de país, y tampoco oculta que ese deseo de meterse en líos es lo que ha hecho de él un viajero y no un turistón de playa, aunque humildemente reconoce que, a estas alturas de la película globalizadora, no hay viajero que no sea, lo quiera o no, turista.
Eso lo sabe bien precisamente porque pasó y sobrevivió a todas las tribulaciones lógicas para un hawaya, que es lo que en Egipto llaman hawaga y aquí diríamos guiri blanco. Pero con ese aprendizaje contaba de antemano, y así pudo impregnarse a la par de Jartum ('la trompa del elefante', en árabe), de la omnipotencia lunar del desierto, de la belleza inaudita del Nilo, de caminos que sería un piropo tildar como infernales, de la hostilidad de la dictadura islamista, y asimismo de la constante hospitalidad de la gente; una gente que, por ejemplo, puede tener una nevera en el desierto... pero con sólo una palangana de agua terrosa dentro.
El ir por libre le salió caro desde el punto de vista de sufrir la maquinaria kafkiana del régimen, pero le permitió contactar con los emigrantes sureños en el norte y enterarse del 'subtexto' del país, cosa que en toda inmersión en África no sólo resulta aconsejable, sino imprescindible. Si Nadal logra inmiscuir al lector en esa realidad, es porque utiliza un tono estilístico bañado en la credibilidad: no va de listo, aunque como todo hawaya se preocupe de que la condición de pardillo no se le transparente; si tiene que contar su perplejidad o su escándalo, lo cuenta. De ahí que consiga lo fundamental en un libro de viaje: que el lector persevere y a cada página se fíe más del autor que, más que explorador todopoderoso, explora con él.
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