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Reportaje:

Goles en la Edad de Piedra

La Diputación guipuzcoana quiere reformar un campo de fútbol que está sobre un valioso yacimiento

Mikel Ormazabal

El fútbol se ha colocado en el centro de una discusión arqueológica muy seria. ¿Puede remodelarse un vetusto campo de fútbol que se asienta sobre un valiosísimo yacimiento prehistórico sin dañar a éste? La Diputación de Guipúzcoa dice que sí; la Sociedad de Ciencias Aranzadi, lo contrario.

La polémica se ha suscitado en Zestoa, donde en 1996 fue descubierto el yacimiento de Irikaitz, que esconde vestigios de un asentamiento humano de hace más de 100.000 años, el más antiguo en el País Vasco. Por ello, está declarado bien cultural con la categoría de conjunto monumental, según el decreto aprobado por el Gobierno vasco en julio de 2001. Irikaitz dista 1,3 kilómetros de la cueva de Ekain (el santuario del arte prehistórico vasco) y ocupa una extensión de 80.000 metros cuadrados, de los que sólo se han estudiado unos 50 metros cuadrados durante cuatro campañas de excavación.

En uno de los extremos de la zona protegida de Irikaitz descansa el viejo campo de fútbol de Zubiaurre, construido en los 60 y actualmente en estado impracticable. La Diputación aprobó en 1994 un plan para su renovación, consistente en colocar hierba artificial sobre el césped y declararlo como una instalación comarcal que diera servicio a Zestoa, Azpeitia y Azkoitia, para lo cual consignó una ayuda de 370.223 euros (61,6 millones de pesetas).

El pasado 5 de diciembre, el Ayuntamiento de Zestoa, gobernado por Batasuna, valiéndose de unos informes realizados por la Sociedad Aranzadi, solicitó cambiar la ubicación del campo de fútbol con el fin de 'preservar intacto el yacimiento', afirma su alcalde, Joseba Azpeitia. Zestoa propuso construir un campo nuevo en la zona de Iraeta, distante 1,2 kilometros del actual, lo que exigiría un desembolso de un millón de euros.

La entidad foral niega ahora la subvención comprometida inicialmente, porque 'Zestoa cambió la ubicación de forma unilateral, sin contar con Azkoitia y Azpeitia', asegura Luis María Bandres, que es a la vez diputado de Cultura y de Deportes. Esta institución, que destina anualmente una media de 6.600 euros para financiar las excavaciones, se decanta por remodelar Zubiaurre y colocar una alfombra de hierba artificial encima del yacimiento, porque 'la obra no fastidiará el subsuelo'. 'Las afecciones sobre Irikaitz', argumenta Bandrés, 'se produjeron cuando se construyó hace 40 años el campo de fútbol original. Además, las obras serán vigiladas en todo momento por un equipo de arqueólogos'.

El alcalde de Zestoa, en cambio, se opone a 'poner en peligro la riqueza arqueológica que puede encontrarse debajo de Zubiaurre. No se puede jugar así con un patrimonio que es universal'. Bandrés sostiene que debe buscarse 'un equilibrio' entre 'realizar las obras y la conservación de los restos a toda costa'.

El director de las excavaciones, Álvaro Arrizabalaga, profesor de Prehistoria de la UPV y miembro de Aranzadi, advierte de que una lectura estricta de las medidas de protección que ha establecido el Gobierno vasco 'blinda Irikaitz ante cualquier intervención que no tenga que ver con la investigación arqueológica'. 'Una obra limpia es imposible', dice Arrizabalaga, porque 'la nueva instalación exigirá hacer nuevas canalizaciones, construir unos vestuarios, cambiar los postes de iluminación...' Todo ello, 'alterará la estratificación' del yacimiento, sentencia.

La batalla fútbol-arqueología está servida. Las referencias más ancestrales sitúan el origen del fútbol en el siglo V antes de Cristo. Entonces, los integrantes del ejército imperial chino se entrenaban con una pelota casi redonda, que trataban de hacer pasar por encima de un cordón tensado. Salvando el rigor científico de esta datación, no caben dudas sobre la inexistencia del balompié en el Paleolítico Inferior, época mucho más antigua y a la que pertenece Irikaitz, según las averiguaciones realizadas por Aranzadi.

Mientras el conflicto no quede resuelto, los aficionados al fútbol pueden dedicarse a seguir con detalle los resultados que aflorarán en Irikaitz, 'uno de los mejores yacimientos al aire libre del Cantábrico', según el experto antropólogo Guy Strauss.

Un tesoro en bruto

El yacimiento de Irikaitz, situado en línea recta a unos 150 kilómetros de Atapuerca, contiene una gran riqueza arqueológica, constatable por los elementos de la industria lítica prehistórica (margas, lascas y cantos tallados) hallados hasta ahora. Aranzadi ha catalogado numerosos materiales de piedra en este lugar, junto al río Urola, donde el hombre primitivo instalaba sus campamentos. El elemento más valioso es una arenisca de 15 kilos que utilizaban para afilar otras piedras. No obstante, Arrizabalaaga considera que, 'casi con toda seguridad, no aparecerán restos humanos ni de fauna'. El hallazgo de restos de materia orgánica está prácticamente descartada porque su ubicación no ha favorecido la conservación de los huesos. Irikaitz es una de las cuatro zonas arqueológicas de Guipúzcoa que posee la máxima calificación cultural. También son 'conjuntos monumentales' la cueva de Ekain (Zestoa), la de Altxerri (Orio) y el castro o población amurallada de la Edad de Hierro existente en Azkoitia.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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