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Columna
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La carta que Bohr no llegó a enviar

Andrés Ortega

'¿Por qué vino a Copenhague?', se pregunta Margrethe, la mujer de Niels Bohr al principio de la estupenda obra teatral Copenhagen, de Michael Frayn. Lo único seguro es que el físico alemán fue a visitar a su profesor danés en septiembre de 1941 en plena guerra mundial, y que le informó de los planes alemanes de desarrollo de una bomba atómica. ¿Buscaba el apoyo científico, el apoyo moral, una cooperación para evitar el desarrollo de arma tan mortífera en ambos bandos, o, simplemente informar a uno de los mejores físicos que ha dado la historia y que acuñó la famosa frase de que 'predecir es muy difícil, y sobre todo el futuro'? Aquella reunión marcó una ruptura entre los dos físicos que habían colaborado estrechamente antes de la guerra y enfadó profundamente a Bohr con su aventajado alumno. Heisenberg dio posteriormente su versión, sugiriendo que su intención fue siempre la de sabotear el programa nuclear de Hitler. Bohr preparó una respuesta en una carta que escribió en 1958 (cuatro años antes de fallecer; su discípulo, en 1976), pero que debió considerar muy dura, y se quedó dentro de una copia del libro exculpatorio de Heisenberg. Ahora, como ha informado The Times, ante la polémica, los responsables del archivo de Bohr han decidido publicar el próximo 5 de febrero -10 años antes de lo previsto- esta carta nunca enviada y otros documentos.

¿Saldremos de las dudas sobre lo que pretendía el padre del principio de la incertidumbre? No, según ha señalado Finn Aaserud, director de ese archivo. Según la versión dada por el diario británico, en la carta de Bohr no hay referencia a consideraciones morales hechas por Heisenberg. Y, sin embargo, ése es el fondo de la obra de Frayn: 'Si un científico tiene el derecho moral de trabajar en la explotación práctica de la energía atómica', que se plantea el personaje de Heisenberg, y que hoy se extiende a muchas otras ramas de la ciencia. Lo que queda confirmado es, al menos, que el alemán filtró la noticia sobre el programa nuclear de su país al danés. Bohr acabó huyendo a Suecia en 1943 antes de que cayera bajo control alemán, para pasar luego a Estados Unidos donde colaboró de forma decisiva en el Proyecto Manhattan que produjo las bombas nucleares de Hiroshima y Nagasaki, las primeras y únicas jamás utilizadas.

¿Podría repetirse esta conversación hoy? En todo caso, Bohr y Heisenberg hubieran intercambiado e-mails. Mas en lo que se refiere a armas nucleares la información está a mano de cualquier entendido. Por ejemplo, quien firma como Carey Sublette, tiene una página web (http://www.robotslave.net/nukefaq/Nfaq0.html) muy informada, aunque, acertadamente, su autor ha omitido cualquier instrucción que pueda facilitar la fabricación de estas armas, especialmente de las de baja tecnología que podrían utilizar terroristas. Pero, por correo electrónico, señala -como corroboran otros expertos- que dicha información se puede sacar de casi de cualquier buena biblioteca científica universitaria. Además, su diseminación se ha visto facilitada por la salida de expertos nucleares de la ex URSS o de otros países. Los chinos, al defenderse de las acusaciones de EE UU de espionaje sobre sus cabezas nucleares exhibieron toda la información que habían conseguido a través de Internet. Tras este incidente y el 11-S, EE UU está recortando su información en la Red.

Todo esto pone de relieve que la lucha contra la proliferación no puede basarse en el control de la información. La mejor solución, insisten Sublette y otros, está en el control estricto del acceso a materiales (como el plutonio y el uranio enriquecido) necesarios para fabricar tales armas, un control nada fácil de asegurar. En Copenhagen, Margrethe acaba contestando a su pregunta inicial con un [Heisenberg] 'no lo sabe'. Pero el mundo habría sido otro si Hitler hubiera dispuesto a la bomba antes que EE UU. aortega@elpais.es

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