Incoherencia
Los que alaban la 'coherencia' del señor Pedroche por votar en contra de la Ley de Parejas de Hecho aducen que ese señor defiende la familia. Antes de nada, querría aclarar que cuando dicen 'familia' se refieren exclusiva-mente a las familias de padres heterosexuales.
Y yo pregunto: ¿quién ataca a ese tipo de familias?; ¿de qué o de quién deben ser defendidas?; ¿es que la familia heterosexual está en peligro?; ¿quién quiere im-pedir que se formen familias como las que ellos consideran indefensas; a saber, aquéllas con padres heterosexuales casados, con todos los derechos que el Código Civil reserva a los matrimonios (heterosexuales) e incluso con la bendición de la Iglesia católica si la pareja (heterosexual) lo desea? No tengo noticia de ninguna 'cruzada' que pretenda destruir los núcleos familiares heterosexuales existentes o impedir los que se puedan formar en el futuro. La afirmación (que, curiosamente, no va acompañada de ningún argumento razonado) de que la familia heterosexual está en peligro por la Ley de Parejas de Hecho relaciona entre sí elementos inconexos, y por lo tanto me parece gratuita, arbitraria e incoherente, tanto como acusar a ese tipo de familias de poner en peligro la música.
Que el señor Pedroche vote en contra de una propuesta de su propio partido me parece muy bien, porque siempre he defendido la libertad individual, inclu-so la de los diputados, que rara vez pueden votar en conciencia con sus propios principios y a menudo se convierten en simples 'voteros', en meros 'aprietabotones' al servicio seguidista y servil de sus partidos. Lo que me parece incoherente en el caso del señor Pedroche es el contenido del voto, porque, al manifestarse en contra de esa ley con los argu-mentos que él da, demuestra no estar a favor de la libertad individual de los demás en asuntos estrictamente privados, pero en cambio sí está a favor de su propia libertad individual en un asunto público.
A pesar de todo, no son las incoherencias del señor Pedroche y de sus defensores lo que me escandaliza, sino tres cuestiones de procedimiento muy poco éticas, que han pasado inadvertidas a todos ellos: el hecho de que el presidente de la Asamblea tenga voto, el que pueda estar afiliado a un partido político y el que forme parte de un grupo parlamentario.
El presidente de un parlamento es un árbitro que debe garantizar el cumplimiento de las reglas del juego parlamentario a los diferentes partidos con representación en la Cámara.
¿Cómo puede ser imparcial un presidente con derecho a voto en la propia Cámara que él preside, afiliado a uno de los partidos allí representados y miembro de uno de sus grupos parlamentarios? ¿Se imaginan que en un partido de fútbol el árbitro fuera de uno de los dos equipos?-
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