'Aquí media engaño'
Las autoridades municipales y autonómicas del Partido Popular repiten hasta la saciedad que Madrid dispone de un buen transporte público y, en concreto, de 'uno de los mejores metros del mundo'. No quiero caer en la fácil demagogia de negar que nuestro transporte de superficie sería adecuado si no fuese por la falta de respeto a los carriles-bus y por el caos circulatorio de nuestra ciudad, del que, por cierto, no pueden eludir una parte sustanciosa de responsabilidad las autoridades municipales con su actitud absolutamente pasiva y consentidora frente a quienes se adueñan egoístamente del espacio que es de todos.
Tampoco pretendo negar que tenemos una red de metro bastante buena y extensa, aunque no llegue a barrios tan populares como el de Villaverde. Sin embargo, no debe olvidarse que la construcción a gran escala de líneas de ferrocarril subterráneo, no siempre precedida de estudios rigurosos de pertinencia, ha llevado a que estemos endeudados para muchos años y se hayan inyectado bastantes millones (de euros) en las arcas de las empresas constructoras.
Por otra parte, hay algunos detalles que demuestran el poco interés que quienes ocupan los cargos de responsabilidad en las administraciones de la Comunidad y del municipio tienen por dar explicaciones a los ciudadanos de sus actuaciones.
Primer ejemplo: el pasado mes de mayo se cerró el tramo Pío XII-Concha Espina de la línea 9 del metro, sustituyéndolo por unos autobuses que obligan a subir y bajar gran número de tramos de escalera, sufren atascos y, en definitiva, convierten en prácticamente inútil ese importante nudo de comunicación norte-sur de la capital. El motivo era la construcción de un tramo de la línea 8 que tiene que cruzar a la mencionada línea 9 a la altura de la estación de Colombia.
En primer lugar, a lo largo de mis ya largos años, he visto construir muchos tramos de metro que tenían que cruzar a otros preexistentes, sin paralizar estos últimos; quizá 'la novísima tecnología' de la que tanto presume siempre solemne el señor Luis Eduardo Cortés haga que las cosas sean paradójicamente más difíciles y complicadas. En segundo lugar, se anunció, y así consta en los carteles colocados en las estaciones, que el problema concluiría en diciembre de 2001. A fecha 3 de enero de 2002, no se habla nada de la reapertura y, a juzgar por el aspecto que tienen las obras de los nuevos accesos, la cosa va para largo, en pleno invierno, cuando más se agradece el transporte subterráneo. Alguna explicación sobre el retraso hubiese sido un signo de respeto a los ciudadanos que sufren y, con sus impuestos, costean las obras.
Segundo ejemplo: aprovechando el exitoso cambio al tan solemnemente cantado euro se han aumentado de forma escandalosa las tarifas del transporte, más de cuatro veces por encima de la inflación prevista (no sabemos cuál será la real). Pero, además, nada se ha dicho en los medios de comunicación sobre la forma de canjear los metrobuses antiguos. Leyendo los confusos carteles que se han colocado en los cristales de los autobuses, se concluye que para canjear uno de esos cartoncitos usado parcialmente hay que hacer una excursión subterránea a unas pocas estaciones de metro o, en superficie, a plaza de Castilla o Legazpi.
La situación me trae a la memoria a un profesor, por cierto no muy preclaro, de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense, allá por los sesenta, quien, ante situaciones similares, repetía hasta la saciedad: 'Aquí media engaño'.
Confieso que es lo único que recuerdo de las enseñanzas de dicho profesor, pero quizá sea bastante. Para que quede claro, el metrobús es un ejemplo más de prepago, es decir, de pago de un servicio por adelantado, que es ventajoso para quien presta el servicio. Cuando una entidad utiliza este modo de cobro, es de justicia que, si no puede prestar el servicio o bien modifica las condiciones, aquí tarifas, tenga la obligación de reembolsar la cantidad abonada de antemano, sin dificultades, incluso me pregunto si no debería hacerlo con intereses. Eso es lo habitual en los países democráticos.
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