Los Reyes y el mar

No, no voy a referirme a la afición náutica de la familia real española, sino a otras majestades navegantes, los Reyes Magos. Desde hace muchos años acompaño, en otro barco, a los Reyes el 5 de enero en el trayecto que los lleva hasta el muelle de Barcelona, donde les recibe el alcalde para dar comienzo a la cabalgata. Es un espectáculo muy bonito verles venir desde el mar, donde les esperamos mis nietos y yo con el velero de unos amigos, y observar como decenas de embarcaciones se suman a ese primer cortejo.

El chillido de las gaviotas, contagiadas de la felicidad de los niños embarcados, el crepúsculo sobre las olas, la imagen exótica de los Reyes que saludan, todo contribuye a crear un gran ambiente. Pero desde hace un par de años, observo con tristeza que esa comitiva marina de los Reyes va siendo marginada, como si fuera mal vista, como si no gustara que hubiera un grupo de gente que se adelantara a la celebración oficial. Este desagrado se manifiesta en una seguridad alrededor del barco de los Reyes que se ha vuelto innecesariamente hosca y en otros detalles como la tardanza en levantar el puente del Maremàgnum al regreso. Es una pena que una bonita tradición les parezca mal a algunos.