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Crítica:ESTRENOS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Triángulo en rojo y negro

El célebre director estadounidense Barry Levinson es un sagaz organizador de tinglados estupendamente barnizados, brillantes y de apariencia sesuda, con ráfagas incluso deslumbradoras, pero que, si se mira dentro de sus tripas mecánicas con lupa escéptica, resulta que tienen menos, mucho menos, fuste de lo que en una primera mirada parecen tener. De ahí que, para evitar gato por liebre, convenga ver sus películas dejándose llevar, pero no arrastrar por su falsa elocuencia, que en realidad es simple labia, pues incluso en la encumbrada Rainman hay momentos de cine tan tramposo que resiste mal esa segunda mirada, que descubre gazapos de artificiosidad bajo el artificio y de simulación bajo la ficción.

BANDITS (BANDIDOS)

Director: Barry Levinson. Guionista: Harley Peyton. Intérpretes: Bruce Willis, Billy Bob Thorton, Cate Blanchett, Troy Garity, Brian O'Byrne, January Jones, Azura Skye, Stacey Travis, Bobby Slayton. Género: thriller. Estados Unidos, 2001.

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El 'thriller' pícaro de Barry Levinson

Así, con esta incrédula lupa, conviene ver la resultona Bandits, porque en ella vuelve Levinson a sacar punta a su capacidad para engatusar, y nuevamente sostiene su trabajo sobre una producción impecable, de las que no dejan hilos sueltos. Visualiza con buen oficio un guión de Harley Peyton algo mécanico, pero divertido y bien compuesto; y deja que lo mueva un reparto muy solvente y bien elegido. Se dijo de Levinson que es un mediocre director que lleva dentro a un buen productor y a un genial director de casting, lo que es una simplificación bien fundada.

Y Bandits, sin ser nada del otro mundo, se ve bien. Se teje con habilidad sobre el bastidor de un original y trepidante thriller irónico, que dispara, dentro de un cauce de comedia, un juego amoroso triangular, con un bonito toque golfo, que deja ver el creciente dominio de Bruce Willis, cada día menos estrella y cada vez más actor, de su máscara. Y esta máscara está maravillosamente escoltada por la del imprevisible todoterreno Billy Bob Thornton, que aquí vuelve a salirse de madre; y, sobre todo, por el torrente humano de la bella y magnífica australiana Cate Blanchett.

Y otra vez Levinson capitaliza talentos ajenos, al hacer pasar por suya esta graciosa comedia pícara y negra tan completamente ajena.

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