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Columna
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Europopulismo

Bajo a la calle a estrenarme con los euros. Después de luchar con unas monedas que, de tan relucientes, parecen extranjeras y algo falsas, me dan este periódico a cambio de noventa céntimos. En el bar, todo el mundo se toma con humor el engorro de los cambios. Los parroquianos con los que comparto barra son unánimes: creen que hubiera sido mejor zambullirse en la nueva moneda. 'Como los alemanes', aclara el que parece más informado. No está claro si las prisas son por hacerse con la nueva divisa o por deshacerse de la vieja y desprestigiada peseta.

El periódico cuenta que similar entusiasmo se ha vivido en el resto de Europa. Y no sólo entre los ciudadanos de países con monedas menos dudosas: también alemanes y franceses han acogido con euforia el euro. Es difícil encontrar en la historia una experiencia similar: los ciudadanos muestran su regocijo por una cesión de soberanía que afecta a algo con tanta fuerza simbólica como la moneda.

Pagar el desayuno con la misma moneda que otros 300 millones de europeos da cierto vértigo y ayuda a entender de golpe qué es eso de la globalización. Pero este diario me descubre que el siglo XXI no ha acabado con uno de nuestros fantasmas históricos: el localismo cantonalista.

Por sólo noventa céntimos -una miseria-, descubro una palabra nueva y de difícil pronunciación: onubensismo. Según cuenta en su crónica Luis Eduardo Siles, el onubensismo es algo que practica el alcalde de Huelva, Pedro Rodríguez, gracias a los consejos de una consultora catalana, lo que viene a ser otro ejemplo de globalización que, además, ilustra la mar de bien qué extravagante se ha vuelto la economía.

La misma economía que propicia que un finlandés y yo paguemos el desayuno con la misma moneda, hace posible que desde Barcelona unos tipos dicten al alcalde de Huelva la definición de su ciudad: 'Un nuevo mundo de ilusiones, de proyectos, de sentimientos y de orgullo'. No sé si el alcalde de Huelva habrá caído en la cuenta, pero esta definición sirve para cualquier ciudad. El alcalde de Utsjoky -que es el municipio más remoto de Finlandia que he encontrado en el mapa- también podría decir que ve su pueblo como 'un nuevo mundo de ilusiones, de proyectos, de sentimientos y de orgullo'. Seguro que le volverían a votar.

Cada día me maravilla más cómo se gana la vida alguna gente. Probablemente sea legal cobrar dinero por dar consejos como éste. Incluso aunque sea dinero público, porque dudo que haya dinero privado dispuesto a ser fundido en tales tonterías. Lo curioso es que el PSOE de Huelva critica el onubensismo de Rodríguez por 'postizo', cuando lo de menos es que sea real o fingido, lo relevante es que es una inmensa estupidez. Pero el PSOE en estos casos prefiere achantarse frente al populismo: como se achanta en El Ejido; como se ha achantado en Granada suprimiendo el manifiesto por la tolerancia, esa iniciativa de la izquierda para la polémica ceremonia de la Toma.

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Mientras el PSOE se encoge, el PP cada día progresa más en su populismo. Y, por lo visto, no repara en medios. Casi echo de menos a Celia Villalobos. La ex alcaldesa de Málaga era capaz de inventarse sus propias tonterías sin necesidad de asesores. Vamos a menos.

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