El hecho sin derecho
A mi señora, profesora de educación secundaria, le conceden una plaza (sí la hay) en la provincia de Granada durante el presente año lectivo, por motivos graves de salud de su madre residente en Granada. Resulta que aparece una vacante en una de las localidades que había pedido y no la llaman concediéndosela a otra persona con menor prioridad, todo esto fue corroborado y admitido por la persona responsable de personal de la Delegación de Educación y Ciencia en Granada. Lo más asombroso del caso es que una vez admitido el error, para mi negligencia, este no se subsane de forma inmediata, pero no sólo no se subsana de forma inmediata sino que no se subsana de forma alguna, transcurriendo en el proceso tres semanas de vueltas, largas, cortas, medias y más vueltas. El error que cometieron (según los responsables) es que no la llamaron para esa plaza porque creían que no le interesaría. Gracias por decidir por nosotros.
Ya sabemos lo que expresa el sabio refranero español 'piensa mal y serás un malpensado', y me pregunto:
¿Seré un malpensado?
¿Es que un cúmulo de circunstancias desemboca en ser un malpensado?
¿Los errores sólo se cometen con personas desconocidas para los responsables de la administración?
¿Las vacantes saltarinas son normales?
¿Es que nos tocó bailar con la más fea?
¿Es que hay muchas feas?.
Y un sin número más de preguntas que me encauzan hacia la siguiente conclusión:
En España siglo XXI, resulta que tienes un derecho reconocido pero no lo es de hecho. Las situaciones similares a esta son innumerables y debemos luchar por todos los cauces para corregir el desequilibrio entre derecho y hecho que existe en nuestra sociedad.
¿Qué hemos realizado para corregir esta situación? Para paliar esta situación, desgraciadamente ya incorregible, hemos procedido a presentar un contencioso contra la administración educativa correspondiente, el ya consabido derecho al pataleo, para que no se repitan los daños que se están produciendo por injusticias en mi entorno más cercano. La próxima vez espero que llamen.
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