El héroe de Nueva York dice adiós
Rudolph Giuliani deja la alcaldía al millonario Michael Bloomberg
'Me marcho esta noche y le entrego a Michael Bloomberg una ciudad muy distinta de la que me encontré'. Rudolph Giuliani, convertido en un héroe tras los atentados del 11 de septiembre, acabó sus ocho años de mandato como alcalde de Nueva York el 31 de diciembre, en el clamor del año nuevo en Times Square, ante medio millón de personas que acogieron al mismo tiempo la llegada de 2002 con serpentinas y confetis. Con lágrimas en los ojos, el millonario Michael Bloomberg (59 años) recogía el testigo y se convertía en el alcalde número 108 de la ciudad.
Las horas previas fueron de locura: Giuliani dio entrevistas a todas las televisiones, acudió a trabajar a su despacho, asistió al funeral de uno de los bomberos fallecidos en los atentados, presidió la ceremonia de graduación de nuevos bomberos, inauguró un puesto de policía en Central Park, abrió la sesión de la Bolsa, compareció en rueda de prensa para vender una vez más los logros de su gobierno y anunció la construcción de un monumento para las víctimas del 11 de septiembre.
Bloomberg, el nuevo alcalde, gastó 69 millones de dólares de su bolsillo en la campaña electoral
Giuliani es ahora un simple ciudadano, o como titulaba The New York Post hace unos días, el 'Rudy de Judy', refiriéndose a su relación con Judy Nathan, un ama de casa que estuvo a punto de acabar con su carrera y su imagen meses antes de ser canonizado héroe de Nueva York. 'Voy a hacer todo lo posible para que mi vida privada sea realmente privada, algo que no he conseguido en los últimos ocho años', dijo en su última conferencia de prensa.
Más que las indiscreciones de su divorcio, su desprecio por los programas sociales y sus meteduras de pata, el republicano Giuliani quedará en la memoria de los neoyorquinos como el hombre que les animó tras los terribles días de los atentados, cuando la ciudad se hizo silencio y las paradas de autobús se llenaron con las fotos de los desaparecidos. El alcalde ya les había salvado de la crisis de los noventa, cuando el 65% de los habitantes aseguraba querer marcharse de la ciudad, y no les defraudó.
Los votantes, mayoritariamente demócratas, le reeligieron pese a las diferencias políticas porque sabían que Giuliani adoraba su puesto y su parafernalia: asistir en el palco de honor al partido de béisbol de los Yanquees, llevar gorra y chaqueta de la policía con sus iniciales, tener su butaca reservada en los conciertos del Metropolitan e incluso travestirse de Marilyn Monroe en funciones benéficas. 'Éste es un gran trabajo', solía decir.
Como consecuencia de esa pasión, se habla incluso de poner su nombre a un puente o una plaza. Pero antes de convertirse en un monumento, Giuliani pasará al sector privado -ha creado con algunos de sus asesores una consultoría, 'Giuliani y asociados'- y paseará su retórica por el lucrativo circuito de conferencias.
El hombre que le sucede es mucho más discreto, pero mucho más rico. Michael Bloomberg se gastó 69 millones de dólares (unos 78 millones de euros) de su propio bolsillo en su campaña electoral: una media de 79 dólares (unos 84,15 euros) por votante. 'Giuliani me pidió que no fallara a los neoyorquinos y no lo haré', dijo ayer en su primer discurso en las escalinatas del Ayuntamiento, con seis grados bajo cero. Bloomberg comienza por enfrentarse a un déficit de 4.000 millones de dólares (más de 4.518 millones de euros), además de la herida emocional que sigue abierta en la ciudad.
El nuevo alcalde ya ha anunciado una era de austeridad. 'No podremos permirtirnos todo lo que queramos, ni siquiera todo lo que tenemos ahora', dijo Bloomberg. Para dar ejemplo anunció una reducción del 20% del personal del Ayuntamiento. 'Pero seguiremos siendo el mejor sitio para hacer negocios, una ciudad de grandes sueños y grandes proyectos'.
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