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Reportaje:

El incierto futuro de Giuliani

Presión popular y mediática para que siga como alcalde de Nueva York

Nueva York quiere a Rudy y Rudy tiene muchas ganas de quedarse en Nueva York. Con frases como 'no vamos a permitir que nadie nos toque las narices', el alcalde de la ciudad, Rudolph Giuliani, es el héroe del momento. Es tan popular que miles de neoyorquinos le han pedido que prolongue su mandato, que termina a finales de año. Giuliani dijo primero que no y ahora se lo está pensando.

Ayer debía despejar la incógnita. Las agencias y los periódicos locales habían anunciado, citando fuentes 'anónimas y cercanas al alcalde', que Giuliani estaba deshojando la margarita electoral. Pero en su rueda de prensa diaria se negó a especular: 'No he tenido tiempo para pensar en ello. Es una decisión muy importante y por ahora no quiero especular, no sigáis preguntándome sobre eso'.

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¿Se está haciendo rogar el alcalde? Siempre es complicado transformar en ganancia política un estado de emergencia, sobre todo si hay 6.453 muertos de por medio. En los primeros días, Giuliani negó cualquier aspiración a la alcaldía, pero últimamente ha matizado considerablemente su discurso. Tiene poco tiempo, las elecciones son el 6 de noviembre.

Va a resultar complicado, por no decir imposible. Giuliani lleva ya dos mandatos y no puede presentarse a un tercero sin que se modifique la legislación del Estado. El actual gobernador, el también republicano George Pataki, no se ha pronunciado. El sábado pasado sólo se limitó a comentar: 'Si viviera en Nueva York, escribiría su nombre' en las papeletas electorales de las primarias. Claro que Pataki tiene un interés muy especial en apoyar al que siempre ha sido su rival político: Giuliani ha hablado de presentarse a las próximas elecciones para gobernador.

'Qué tontería, la gente no debe escribir nada en las papeletas, esto no llevaría a nada', dijo ayer Giuliani. Los seis candidatos que competirán hoy en las primarias, obviamente, están más que de acuerdo. En estas dos semanas han desaparecido de la escena pública, absorbidos por la popularidad del alcalde y los graves acontecimientos.

Muy pocos neoyorquinos han escuchado los discursos de los candidatos. Han estado demasiado ocupados en rezar por sus muertos. Si bien es cierto que todos los sondeos indican que entre el 80% y el 90% de los habitantes piensa que Rudy ha estado a la altura de las circunstancias, las cifras se vuelven mucho más selectivas cuando se trata de mantenerlo en su puesto, un 57%, según una reciente encuesta del Marist College Institute. Y eso que algunos medios han montado auténticas campañas a su favor. El New York Post, propiedad del magnate conservador australiano Rupert Murdoch, ha creado una dirección de correo electrónico para recabar miles de peticiones a favor de que Giuliani se quede.

No hay que olvidar que hace tan sólo dos semanas la popularidad del alcalde estaba por los suelos. En más de año y medio había acumulado los errores y problemas: a principios de 2000 dejó empantanado al Partido Republicano al anunciar en el último minuto que no se presentaría contra Hillary Clinton por el escaño de senador por Nueva York; descubrió un incipiente cáncer de próstata; anunció que tenía una amante, la discreta Judi Nathan, y salpicó los periódicos de detalles íntimos de su divorcio, incluida su impotencia (por el tratamiento del cáncer).

Los neoyorquinos tampoco han olvidado que este alcalde pidió transformar la ONU en un edificio de apartamentos porque sus diplomáticos no pagaban sus multas de tráfico, siempre apoyó a la policía en los casos más flagrantes de abusos y quiso encarcelar a los mendigos porque entorpecían las aceras.

¿Qué se puede hacer con Rudy? Sin cambiar las leyes y empantanar aún más el proceso electoral y los ánimos de los habitantes de la ciudad, muchos han sugerido que se haga cargo de las labores de reconstrucción del 'nivel cero'. Otros piensan que podrá utilizar su experiencia de fiscal antimafia para dirigir algún organismo antiterrorista que vaya a crear la ciudad o el Gobierno. Los neoyorquinos quieren que Rudy se quede, pero no saben muy bien dónde.

Giuliani, a la derecha, en el homenaje popular a las víctimas celebrado el domingo
Giuliani, a la derecha, en el homenaje popular a las víctimas celebrado el domingoAP

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