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Columna
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Cajas de ahorro, felices pascuas

Ya casi todo está dicho. Y la verdad es que nos pilla un poco cansados, hastiados más bien del triste espectáculo. Sobre todo a los que, desde estas páginas y hace ya casi tres años, hemos bregado por objetivos simplemente decentes: la legalidad, la lealtad, la transparencia... Pero es curioso cómo algo se te pega del mal sabor que deja el vodevil de la miseria humana, y hasta sientes una paradójica inclinación a compadecerte de los que no tuvieron compasión de sí mismos. Así que ni haremos leña de árboles caídos ni triunfalismo con los que merecieron la victoria. Algo de suerte acompañó a éstos al final, todo hay que decirlo, pero ya se sabe aquello de que más vale una gota de suerte que un barril de razones, que también las tenían.

Es la hora de las enseñanzas políticas. Se ha restablecido el imperio de la ley, que era lo principal, y se ha movido el cuadro, que era la variante inesperada. (Ni políticos ni columnistas aprendemos nunca que la realidad siempre se guarda la última baza, menos mal). El PA se quedó descolocado, de tanto moverse, y por no hacer mudanza en su costumbre; la histórica enemistad entre las dos facciones del nacionalismo andaluz, otra vez escindido, jugó a favor del PSOE. (Ésa fue la gota de suerte). El PSOE aparcó sus afinidades, también tradicionales, con UGT, para poder encontrarse con aliados más imprescindibles: Comisiones Obreras e Izquierda Unida, que a su vez abandonaron veleidades anteriores a favor del equipo rebelde, por miedo a verse implicados en las salpicaduras de los mejunjes urbanísticos y en las operaciones de las islas Caimán, más otras islas pobladas de exóticos reptiles. Y Chaves, que hubiera salido seriamente tocado del entuerto, resultó fortalecido. Menudas Navidades, don Manuel.

Quien debe estar a estas alturas sumido en la pura desolación es el PP, que de tanto maniobrar y envenenar el patio, se quedó solo, creyendo que tenía la presa bien mordida y que bastaba con apretar un poco. Teófila Martínez y Javier Arenas han pulverizado sus últimas opciones en Andalucía. La primera haría bien en ocuparse un poco más del Ayuntamiento de Cádiz, que ya lleva acumulada una deuda de 16.926 millones, según el interventor y no la oposición política, que añade otros 3.000, en agujeros varios. Cifras históricas en los ayuntamientos democráticos. Pero seguramente no lo hará. Y no nos confiemos demasiado, porque éstos tienen muy mal perder.

Finalmente, y para que el culebrón se convierta en cuento, con sus perdices navideñas y todo, se abre un nuevo horizonte de esperanzas para una obra cultural y social mucho más intensa y menos elitista; la de una caja sólida y coherente en Sevilla, Huelva y Cádiz, resultado de la fusión y ajena a tentaciones especulativas y a despilfarros de nuevos ricos. Que hay mucha marginación por ahí, predelincuencia, drogadicción, analfabetismo, mujeres maltratadas, barrios carenciales, adolescentes fuera del sistema educativo... A todos ellos sí que puede haberles tocado la lotería, espero. Felices Pascuas.

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