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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Bajar al llano

No es posible mantener indefinidamente abierta la grave crisis que tiene paralizadas a las instituciones vascas: un Gobierno sin presupuesto y un Parlamento impotente a causa del boicoteo de la oposición. Es la hora de la responsabilidad para todos.

El lehendakari pudo haber propiciado, antes de las elecciones, un acuerdo por el que los partidos democráticos se comprometieran a dejar gobernar a las formaciones que obtuvieran más escaños, prescindiendo de los de Batasuna: un compromiso de no contar con esa fuerza antisistema ni para formar Gobierno ni para impedir que otros lo formasen. Eso habría sido lo mejor, pero ya no tiene remedio. No lo es intentar solucionar la falta de mayoría mediante una cacicada con la que Atutxa ha violentado el reglamento de la Cámara, arrogándose facultades para variar sobre la marcha las reglas de juego. Pero tampoco puede serlo bboicotear de manera continuada el Parlamento, como vienen haciendo populares y socialistas.

Ibarretxe carece de mayoría, y ello le obliga a buscar apoyos para sacar adelante sus presupuestos; es la regla en una democracia parlamentaria. Pero el boicoteo que han decidido PP y PSOE sólo tiene efecto si coincide con el de Batasuna, y ésa no es una minucia que puedan ignorar precisamente quienes han convertido en una bandera el aislamiento político del entorno de ETA. Si las elecciones del 13-M hubieran otorgado una mayoría relativa al PP y al PSOE, habría parecido impresentable cualquier coincidencia de los nacionalistas con Batasuna para impedirles gobernar. La última sorpresa que ha deparado la anomalía política de Euskadi es el impensable maridaje que se está produciendo entre PP, PSOE y Batasuna.

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Se comprende la irritación que despierta un cambio de las reglas de juego parlamentarias. Sin embargo, populares y socialistas no pueden responder con la misma medida que Batasuna. El boicoteo contribuye a desacreditar las instituciones que ETA y Batasuna quieren liquidar y, para cerrar el círculo de los despropósitos, la consecuencia última puede ser una segunda prórroga de los presupuestos del 2000, precisamente los únicos que contaron con el apoyo de HB. Por todo ello, y antes de llegar a lo peor, debe intentarse un acuerdo de todas las fuerzas democráticas para hacer lo que no se hizo antes: un compromiso que permita gobernar a quien tenga más votos, sin tomar en consideración los de Batasuna.

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