Monólogo contra diálogo
La jornada histórica del lunes 10 tuvo características que deben ser registradas como premisa de cualquier análisis. (...) Venezuela demostró su gran madurez política. (...) La segunda observación tiene que ver con la actitud del presidente, inverosímilmente enfrentado a la realidad, que no veía ni oía, a pesar de que cruzó avenidas y calles con su nutrida caravana de vehículos blindados. (...) Rodeado de generales, de altos representantes de los poderes del Estado, de embajadores atónitos, de agregados militares, de cadetes intranquilos, el presidente Chávez le dio rienda suelta a la incesante batería que atronó el lunes 10, mientras todo el país lo contemplaba con desazón, incredulidad y asombro. La gente se preguntaba: ¿Qué le pasa a este hombre que no tiene en la boca otro grito que la amenaza, acompañada del gesto represivo? ¿Qué idea alocada tiene de Venezuela y de los venezolanos? ¿A quiénes pretende amedrentar? (...) La tercera característica fue el contraste entre el lenguaje y la imagen de Hugo Chávez y la de Pedro Carmona Estanga. A los gritos destemplados del presidente, a su gusto infantil por uniformarse (lo hizo dos veces), se opuso el discurso ponderado, razonador y tolerante del líder de Fedecámaras, quien, vestido de manera sencilla, resistió, en todo momento, la tentación de caer en las provocaciones. (...) Carmona Estanga comprendió que representaba a todo el país, y lo hizo con propiedad inobjetable: Venezuela sintió que podía escuchar un discurso sin sentir pena ajena, bien pronunciado y sin incoherencias ni extravagancias. (...) Ése es el mensaje que quiere Venezuela.
Caracas, 12 de diciembre
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