El Nàstic tumba al Madrid
Un gol de Karanka en propia puerta premia el mejor juego local ante un rival desganado
El Nàstic escribió ayer con letra de oro una memorable página de su historia. Quizá sufrirá hasta el final para mantener la categoría en Segunda -es penúltimo en la tabla-, pero ayer logró el sueño del año, que ni siquiera imaginaban los más optimistas.
GIMNÀSTIC 1| REAL MADRID 0
Gimnàstic: Moso; Rondelaere, Tomás, Marcelo, Quique; Masnou (Lara, m. 78), Manolo Herrero, Bernaus, Dani Marín (Félix Prieto, m. 66); Codina y Deus (Castillejo, m. 78). Real Madrid: César; Geremi, Pavón, Karanka, Raúl Bravo; Celades, Helguera (Borja, m. 59); Rivera, Raúl (Miñambres, m. 69), Solari; y Munitis. Gol: 1-0. M. 83. Celades retrasa el balón, que es interceptado por Manolo Herrero, quien abre a la izquierda, por donde corre en solitario Codina. El centro de éste, hacia Castillejo, lo intenta despejar Karanka, que llega lanzado y que acaba enviando el balón a su propia portería desde el borde del área pequeña. Árbitro: Daudén Ibáñez. Amonestó a Rondelaere. Unos 12.000 espectadores en el Nou Estadi de Tarragona.
El equipo grana, que había perdido en campo del colista y que tenía la moral por los suelos, logró derrotar al Madrid y acabar con su racha impresionante de siete victorias consecutivas. Codina y Dani Marín lo intentaron mil veces pero al final fue Karanka quien, a siete minutos del final, marcó en propia puerta. El Madrid, que se dejó en casa a Figo y Zidane, quizá pagó jugar sólo con tres titulares (Pavón, Helguera y Raúl). Nunca estuvo en el partido y acabó confuso, desconcertado y soportando la fiesta de la hinchada, que recibió una inyección de moral inmesa.
El Nàstic engañó a todo el mundo: no pareció un equipo en estado crítico, y sólo lamentó su escaso olfato ante el gol. Jaume Bonet, el técnico grana, alteró su habitual esquema y reforzó la defensa, situando a cinco hombres atrás, a costa de Félix Prieto, que actúa de media punta. El guión le salió ni que pintado, porque su equipo presionó al límite al Madrid en el centro del campo. Quizá fue una premonición: no había pasado ni un minuto de juego y Celades salvó un gol sobre la línea de meta. Crecido por el apoyo de una afición consciente de que vivía un momento histórico, el Nàstic ahogó la zona de creación del Madrid, formada por Helguera y Celades, y, jugando a la contra, empezó a generar más ocasiones de gol en un puñado de minutos que casi en todo el curso. Codina falló ante César, aunque el portero le derribó con la complicidad del árbitro, que no quiso ver penalti en la jugada. Dani Marín erró después otra oportunidad tras un pase precioso de Codina, y Deus, el único punta, pudo por dos veces batir a César.
Fueron posiblemente demasiados regalos para el equipo de Del Bosque, que tardó en controlar el balón. El Madrid de los suplentes estuvo desconocido, nada que ver con el plantel titular. El equipo de ayer estuvo dormido. Sólo apareció un par de veces, y siempre con Raúl como protagonista: la primera cuando Bravo centró desde la derecha y el delantero, a portería vacía, no alcanzó a cabecear, y la segunda al filo del desanso: el central brasileño Marcelo erró en un pase al borde del área y Raúl asistió a Solari, que no llegó a la peltota ante la presencia del portero. La afición ni se lo creía: no era para menos. Sólo había visto en todo el año dos victorias en casa.
El decorado no se alteró tras el descanso porque el Nàstic no acusó el inmenso desgaste físico y el Madrid no reaccionó. Únicamente Rivera tuvo una ocasión de gol. El Madrid no se sintió nunca cómodo y Del Bosque, mediada la segunda parte, pensó en el partido de vuelta, resevando a sus mejores jugadores: Helguera cedió su puesto a Borja y Raúl, que siempre acaba los partidos, a Miñambres. Y, mientras, Bonet, viendo que podía ganar el partido, empezó a sacar delanteros (Castillejos y Félix Prieto). Fue entonces cuando Codina obligó a César a lucirse y cuando el árbitro anuló un gol a Marcelo por un fuera de juego que desató la ira de la grada. Pero la rabia duró poco, porque Karanka marcó en propia puerta ante la algarabía de la hinchada. El marcador incluso supo a poco porque en el descuento Félix Prieto erró un segundo gol ante César. La noche, en cualquier caso, acabó siendo histórica para el Nàstic y denunció que el Madrid tiene poca profundidad de plantilla: los suplentes no tienen nada que ver con los titulares.
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