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El número de empresas catalanas presentes en el exterior crece el 55% en cuatro años

Un 81% de ellas están cerradas al capital extranjero

Las empresas catalanas encaran la globalización con el lastre de un tamaño reducido y un persistente talante arisco a la hora de abrir su accionariado al capital extranjero, pero el pulso de su internacionalización se acelera.

Desde 1997, el número de empresas industriales cuyo centro de decisión se ubica en Cataluña y que tienen inversiones productivas en al menos un país extranjero ha crecido el 54,7%. En los últimos cuatro años, la cifra ha pasado de 106 a 164. Este avance arrastra al alza el número de nuevos centros productivos en el exterior hasta el 84,9%. Pero, juntas, lo que la Generalitat clasifica como 'multinacionales' catalanas suman unos ingresos similares a los de un semestre de una de las mayores multinacionales españolas, Telefónica, y un 20% menos de empleados que este mismo grupo.

El incremento de empresas catalanas con un pie en el exterior contrarresta el cierre, en este mismo periodo, de 3 empresas matrices y 12 filiales en el exterior, y respalda el escenario de 'fase de crecimiento' descrito ayer por el consejero de Industria del Gobierno catalán, Antoni Subirà, durante la presentación de una investigación de su departamento sobre las características de las multinacionales industriales catalanas y los obstáculos con que topan en su aventura exterior. El estudio, elaborado por los economistas Joan Miquel Hernández y Jordi Fontrodona, permite comparaciones con la radiografía que ellos mismos realizaron en 1997.

Conforme a la clasificación de multinacional industrial catalana realizada por Subirà -inversiones productivas al menos en un país extranjero, dedicarse a una actividad enmarcada en el sector secundario excluyendo la energía y el agua, contar con un 50% o más del capital en manos españolas y tener en Cataluña el centro de decisión-, el panorama es mucho más halagüeño que en 1997.

No sólo por la mencionada multiplicación de empresas que respondan a este perfil y la de sus establecimientos en el extranjero, sino por el impacto que este crecimiento ha tenido sobre el empleo y la facturación. Así, el crecimiento del número de trabajadores en estas compañías roza el 90%, si bien la cifra no alcanza los 100.000 empleados. La comparación, en este caso, se realiza entre los años 1996 y 2000. La facturación de estas empresas se elevó en estos años un 80,7%, aunque la suma de ingresos arroja como resultado 2,7 billones de pesetas.

Esta cantidad da idea del tamaño reducido de las empresas catalanas, mayoritariamente de estructura familiar: un 72% de ellas facturan menos de 10.000 millones, y sólo el 8% pueden alardear de superar los 50.000 millones. Pese a estos datos y al actual clima de desaceleración económica, el consejero de Industria, que eludió entrar en el 'enfermizo' debate de las comparaciones con Madrid, se mostró optimista sobre las perspectivas de crecimiento de las empresas catalanas de cara al futuro.

El grado la internacionalización (que pasa sobre todo por México, Francia y Argentina por número de establecimientos fuera) es relativo: la media de centros en el extranjero es sólo de 2,2 por empresa, mientras la producción exterior aún representa una pequeña parte de su actividad.

La reticencia de las empresas familiares a abrir su accionariado al capital extranjero persiste, ya que una inmensa mayoría (un 81%) no tienen ninguna participación de inversores procedentes de otros países. Subirà calificó esta circunstancia de 'irrelevante'.

Además, las empresas con vocación exterior se quejan de la escasa disponibilidad del personal catalán a desplazarse al extranjero y de los problemas para encontrar a directivos capaces de ponerse al frente de filiales. El lado positivo es el descenso de la falta de recursos financieros en la lista de obstáculos para crecer fuera.

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