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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

'Más Europa'

Un lema no debe convertirse en palabras vacías, sino llenarse de hechos concretos. Cuando el planeta se encuentra en una de sus bifurcaciones históricas, se echa de menos todos los días más Europa. Al asumir el primero de enero la presidencia semestral del Consejo de la UE, el Gobierno de Aznar tiene la oportunidad de acompañar a ese objetivo, pese a las dificultades que suponen el 11-S, la guerra de Afganistán y el conflicto en Oriente Próximo, la recesión en EE UU y en Japón, el enfriamiento económico europeo y las ya próximas elecciones francesas y alemanas.

España cuenta con la ventaja de que su presidencia sucede a otras bastante anodinas, cuando no directamente improductivas. Las seis prioridades expuestas ayer en el Congreso de los Diputados por Aznar vienen impuestas por la agenda en curso: la lucha contra el terrorismo, el lanzamiento del euro, las reformas económicas y sociales, la ampliación de la UE y una política exterior y de seguridad común (PESC) 'efectiva'. La presidencia rotativa no debe impulsar los intereses nacionales de quien la ocupa, sino hacer avanzar cuestiones de interés general, a las que puede aportar un empuje añadido. Ése es el caso de España con la cooperación euromediterránea, las relaciones con América Latina o el desarrollo de la Agenda Transatlántica entre la UE y EE UU, que se lanzó durante el anterior semestre español, en 1995, con el último Gobierno de Felipe González.

La agenda fijada por Aznar intenta rescatar algunas ideas que se habían dejado marchitar. Pero activar el proceso de cooperación euromediterránea requerirá no sólo evitar que una vez más lo contamine el conflicto entre Israel y los palestinos, sino superar el desencuentro entre España y Marruecos. Son descabelladas las descalificaciones de deslealtad contra el PSOE por el próximo viaje de Zapatero a Rabat. Bien entendido y enfocado, ese viaje puede beneficiar al Gobierno si sabe sumar y no restar. Lo que no es seguro, dado el nivel de sectarismo al que el PP está llegando en sus relaciones con el principal partido de la oposición.

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La UE está hoy ante dos cuestiones centrales que van a marcar el devenir de la construcción europea: el euro y la ampliación de la UE. El euro se convierte en moneda circulante a partir del 1 de enero, y dos meses después, en moneda única común para 12 países de la Unión, entre ellos España. Sin embargo, el proyecto adoptado en Madrid, en junio de 1989, durante la primera presidencia española, se ha quedado cojo: hay unión monetaria, pero la económica sigue haciéndose esperar. Aznar se comprometió ayer a impulsar en marzo, en el Consejo Europeo de Barcelona, reformas económicas y sociales para lograr el 'pleno empleo'. Pero los Quince juegan con una suma de políticas nacionales que suelen marginar habitualmente cualquier dimensión europea.

En cuanto a la ampliación de la UE, la negociación que le corresponde a la presidencia española de los capítulos agrícola y de cohesión no resultará tan imposible como parecía hace unos meses, al haber dinero en las arcas comunitarias al menos hasta el año 2006. Más difícil será llevar a cabo, en principio para 2004, una ampliación que puede incluir a 10 nuevos miembros 'sin cambiar la identidad' de la UE, cuando ya en su actual formato de 15 países atraviesa una formidable crisis de identidad que se manifiesta cotidianamente. En esta tesitura cobra aún mayor importancia la convención para preparar las reformas de 2004, que se ha de convocar en el Consejo Europeo de Laeken (Bélgica) este fin de semana. De algo caben pocas dudas: vamos a otra Europa.

Para Aznar, la prioridad de las prioridades es la lucha en común contra el terrorismo. Lograr que 'fluya la información' entre los servicios de inteligencia y policiales de los Estados miembros (o incluso con EE UU) es una tarea central. Los titulares de Exteriores avanzaron ayer en la elaboración de una lista pública de organizaciones terroristas que incluirá a ETA y los GRAPO. Es de esperar que Berlusconi levante su veto a la adopción de una orden europea de busca y captura que se aplique en el territorio de los Quince.

El presidente del Gobierno no explicó ayer cómo avanzar hacia una Política Exterior y de Seguridad Común, que tanto se echa de menos en cada conflicto. Pese a las instituciones, y a los esfuerzos de Javier Solana, las grandes iniciativas diplomáticas europeas han regresado a las capitales. La Comisión Europea ha considerado que la UE ha perdido 'coherencia y ambición'. Tal acusación cabe dirigirla no sólo a la Unión, sino a los Gobiernos que la integran. Hoy, cuando mayor es la necesidad de más Europa, los dirigentes europeos no son precisamente euroentusiastas.

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