La 'yihad' pacífica de las afganas
Visité Kabul en 1974. Estaba de luna de miel y me llamó la atención la cantidad de mujeres que había en las tiendas, en los restaurantes, en las calles. Las mujeres tenían en Kabul más visibilidad que las de otros países de la región'. Esta anécdota la cuenta Asma Jahangir, de origen paquistaní y hoy alta comisionada de la ONU. Veinticinco años después de aquella impresión ha pasado en Afganistán lo que nunca debía haber ocurrido en ningún rincón del planeta, según propias palabras. Tras un cruel régimen de apartheid, y debido a intrincados avatares de la historia, en el nuevo Gobierno de Afganistán hay dos mujeres. Cincuenta líderes afganas, reunidas en Bruselas esta semana, han agradecido la presión internacional que ha posibilitado este éxito, pero piden que no se las vuelva a olvidar y se mantenga dicha presión durante la reconstrucción de su maltrecho país.
La ONU ha perdido la oportunidad de forzar una mayor presencia de mujeres -sólo tres- en la cumbre de Bonn. El 60% de la población del país es del sexo femenino
Mary Robinson coincide con AI al expresar su temor de que la coalición internacional contra el terrorismo sacrifique los derechos humanos a favor de la seguridad
La reunión de Bruselas ha tenido lugar de forma paralela a la de Bonn, donde se perfilaba el nuevo Gobierno de transición para Afganistán. En Bonn había sólo tres mujeres negociando, pero se han logrado dos puestos (de 30) en el Gabinete de Hamid Karzai. Sima Samar, de 44 años, ocupará una de las cinco vicepresidencias como responsable de Asuntos de la Mujer, y Suhaila Sediqi dirigirá la sanidad pública. Se ha logrado también garantizar la participación de mujeres con 'un número significativo' de ellas en la loya jirga, la asamblea tradicional afgana.
Una de las negociadoras en Bonn, la afgana Sima Wali, que formaba parte de la delegación del ex rey Mohamed Zahir Shah, ha estado esta semana a caballo entre Bonn y Bruselas para llevar, según propias palabras, la voz de las mujeres a la mesa negociadora. Tras la firma del acuerdo, Wali expresó en Bruselas su gratitud a la presión internacional ejercida en este terreno, pero también pidió el mantenimiento de esta presión.
Wali vive en el exilio desde hace 22 años y está deseando volver a su país. 'Estamos trabajando mucho para asegurarnos de que las mujeres no sólo estén representadas al más alto nivel. Necesitamos también mujeres en otros departamentos más importantes, como los económicos, donde es evidente que los hombres van a ocupar los primeros puestos, pero donde queremos que haya mujeres en los siguientes niveles'. Wali está entusiasmada con las perspectivas que se abren ahora para su país. Habla de la yihad de las afganas por la paz y la justicia social y confía en el acuerdo de Bonn.
Algunas de las mujeres que han participado en la reunión de Bruselas se han cubierto la cabeza con un pañuelo; otras, no. Ellas, las afganas, son las que han promovido la reunión. Han contado con el apoyo de la ONU y de las organizaciones Lobby Europeo de Mujeres, Equality Now, V-Day, Center for Strategic Iniciatives of Women y Feminist Majority. La Comisión y el Parlamento europeos las han acogido en sus sedes, donde han celebrado largas reuniones de mañana y tarde. Las occidentales les han mostrado su solidaridad y, sobre todo, su intención de seguir presionando durante la reconstrucción del país y dotar financieramente programas específicos para las mujeres.
Tres no es nada
A pesar del acuerdo de Bonn, la preocupación y el escepticismo no han desaparecido. 'La ONU ha perdido la oportunidad de forzar una presencia mayor de las afganas en la cumbre de Bonn; sólo tres no es nada. si se tiene en cuenta que las mujeres son el 60% de la población afgana. Algunos de los grupos que están negociando allí son, además, conocidos por sus violaciones de los derechos de las mujeres', dice Leila Enayat-Seraj, exiliada en Ginebra desde hace 25 años.
Ésos son los años que tiene Hena Efat, que estudiaba medicina en Kabul cuando llegaron los talibanes. Sufrió la violencia talibán cuando la descubrieron dando clase a unos niños en una casa. Además de romper sillas y mesas, a Efat le fracturaron una pierna.
Hena Efat nunca ha dejado Afganistán. Tampoco la periodista Shafiqa Habibi. Ambas han sufrido directamente el régimen talibán y ahora están asombradas. 'Para nosotras ha sido sorprendente que hayan invitado a alguna mujer a participar en las negociaciones de Bonn', explica Habibi. 'Yo espero que haya una solución positiva para Afganistán. La devastación de mi país está siendo terrible. Pero desde un punto de vista histórico, estoy esperanzada'.
Con la misma esperanza, la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Mary Robinson, presente también en esta reunión, coincide con Amnistía Internacional al expresar su temor de que la coalición internacional contra el terrorismo sacrifique los derechos humanos a favor de la seguridad.
Varias mujeres han coincidido en señalar la enorme tarea que Afganistán tiene ahora por delante para reconstruir un país que ha perdido tantas cosas durante años de guerra y genocidio. 'Los medios de comunicación dan una visión tribal de ese país que no se corresponde', clama Asma Jahangir. 'Había y hay una cultura en Afganistán y muchas de sus mujeres estuvieron en la vanguardia'. Éste es el punto de partida que reclaman las asociaciones reunidas en Bruselas; no el que impuso el régimen talibán.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.