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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La hora de Chipre

La proximidad del ingreso de Chipre en la UE ha empujado a las dos partes de la dividida isla a intentar buscar un acuerdo. Por vez primera desde 1974, el presidente grecochipriota, Glafcos Clerides, de 82 años, cruzó el pasado miércoles la línea verde en Nicosia para cenar con su antiguo amigo y colega abogado Raúl Denktash, de 77, presidente del Gobierno turcochipriota, sólo reconocido por Ankara. Aunque ya se habían encontrado unas horas en la tierra de nadie que, bajo control de Naciones Unidas, separa ambas comunidades, las negociaciones para una posible superación del conflicto y reunificación deberían empezar a mediados de enero. No tienen un plazo indefinido por delante, pues habrían de concluir antes de que Chipre acabe sus negociaciones, a finales del año próximo, según el calendario previsto, para ingresar en la UE en 2004.

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La Unión Europea ha enviado una señal muy clara a Turquía, que invadió la isla en 1974 tras un golpe de Estado en Grecia que buscaba la enósis, la unión de Chipre a Grecia. En 1983, los turcochipriotas declararon la República Turca de Chipre del Norte, sólo reconocida por Turquía. Ahora las circunstancias han cambiado, pues Chipre va a entrar en la UE. Los Quince no admiten ni vetos ni amenazas turcas, y saben que no habrá ampliación al Este si no ingresa Chipre, pues Grecia bloquería lo que ya no va a ser una criba por méritos propios, sino un big bang de la UE para acoger a 10 nuevos miembros de golpe.

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La Unión Europea prefiere ver ingresar un Chipre unido que dividido, pero si no es posible, ingresarán los grecochipriotas solos. Turquía se resiste a ver ingresar a Chipre en la Unión Europea, al considerarlo como una enósis por otra vía. Pero el aparente cambio de actitud de Ankara podría facilitar que Turquía participara, aunque sin voto, en la convención que ha de preparar las reformas institucionales que la UE adoptará en 2004. En todo caso, si Turquía no flexibiliza su posición, sus aspiraciones de ingresar alguna vez en la UE serán nulas.

La negociación será difícil, pero no imposible, aunque hará falta más de una cena, en la que también estuvo presente, como representante de la ONU, el enviado de Kofi Annan, Álvaro de Soto. A España, como presidencia de turno de la UE, le corresponderá un papel decisivo en este proceso de paz, afortunadamente tras haber elevado a embajada su representación diplomática en Nicosia, pues, de otro modo, le hubiera correspondido a Grecia presidir en Nicosia las reuniones de las embajadas de los países de la UE.

Junto a la cuestión general de la forma del posible Estado unitario -¿una confederación?-, hay cuestiones prácticas y complejas que abordar. Pero las esperanzas nunca han sido mejores para superar este conflicto enquistado, en el que se han volcado desde hace años Estados Unidos y los europeos. Bruselas ha elaborado documentación para convencer a los turcochipriotas de lo que pueden ganar si ingresan en la Unión. Se demostraría así que la fórmula de los procesos de paz tiene vigencia. Es la hora de Chipre.

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