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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Escenarios sin sentido

El Gobierno está haciendo demasiadas contorsiones para no dar su brazo a torcer en lo que respecta a las previsiones de crecimiento económico y estabilidad presupuestaria para el año 2002. El agravamiento de la crisis económica global, acelerado desde junio de este año y muy en particular desde el 11 de septiembre, ha convertido la previsión del Gabinete de crecer el 2,9% el año próximo en pura ciencia-ficción.

Pero en lugar de anunciar una sencilla revisión del objetivo de crecimiento y volver a calcular los ingresos públicos y los gastos en función del nuevo horizonte, como han hecho con naturalidad otras administraciones, los responsables económicos del Ejecutivo han retrasado y escondido el nuevo cuadro macroeconómico, a pesar de que las instituciones internacionales (y todos los servicios de estudios privados) han dictaminado que el crecimiento español sufrirá un notable recorte. El último subterfugio ha sido el de presentar a la Comisión Europea varios escenarios de evolución de la economía española durante el año próximo, evitándose así el trámite de rectificar sus objetivos iniciales.

El Gobierno de una nación no es un gabinete de estudios teóricos cuya misión sea satisfacer la necesidad de información de un círculo privilegiado. Entre sus obligaciones están la de transmitir confianza a los ciudadanos, marcar referencias lo más exactas posible a los agentes económicos y sociales y aplicar una política clara en función de unos objetivos precisos. El recurso de ofrecer escenarios macroeconómicos convierte a los ciudadanos en meros asociados a un instituto de análisis, sin capacidad para exigir las responsabilidades políticas que se deriven de los errores de anticipación o gestión del Ejecutivo.

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Con este sistemático ocultamiento (añadido al oficio de convertir los Presupuestos del Estado en algo parlamentariamente incontrolable), el Gobierno de Aznar bordea el fraude político. Su estrategia parece ser la de preterir cualquier tipo de revisión real del crecimiento y recurrir a subidas arbitrarias de impuestos para tapar los agujeros fiscales que va a abrir el relativo estancamiento de la economía. De todos los Gobiernos de Europa, el español es el único que ha decidido subir los impuestos con una amenaza recesiva en ciernes. No cabe definición mejor de su inconsistencia en materia de política económica y su incapacidad para afrontar la crisis con reformas del gasto.

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