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Valentí Puig recoge el pensamiento literario de Pla en un diccionario

Era provocador, conservador, apegado a la tierra, discreto y de una coherencia en su visión del mundo y la literatura asombrosa. Es lo que ha querido demostrar Valentí Puig (Palma de Mallorca, 1949) en este Diccionario Pla de literatura (Destino), donde reúne los planteamientos literarios del maestro catalán Josep Pla, 'uno de los mejores escritores españoles del siglo XX', según Puig. En las definiciones entran autores bien parados y mal parados de la literatura universal, temas, técnicas, modos, corrientes, instituciones, sustancias... Todo el mundo de un escritor.

'He querido reflejar que Pla concebía la literatura como una forma de pensamiento en contra de los que le acusan de haber sido un irresponsable', cuenta Puig. Ha trabajado años en este compendio que refleja lo controvertido de sus opiniones y que dice que se le ocurrió completar este libro mientras escribía El hombre del abrigo, 'una biografía intelectual de Pla', escritor a quien, por otra parte, nunca pudo conocer en persona.

'Llegó a ser injusto con algunos, irónico con otros, despreciativo con varios', dice Puig. Elogia a Chesterton, a Valéry, ensalza la capacidad para la adjetivación de Cela, es curiosa su visión sobre Pío Baroja, de quien afirma que es 'un gran escritor que se equivocó de género'. Desprecia a Kafka, califica de 'insoportable' a Borges, repele a Galdós y se ríe de Balzac.

En el Diccionario Pla de literatura se descubre una forma de ser, un Pla que ha sido cosmopolita -'el que vivió en París, el que fue testigo de la marcha sobre Roma de Mussolini', dice Puig- pero que al final de su vida se recluye en la masía entre cigarros, coñá y whisky, como forma de vida. De hecho, Pla tenía una visión de la bebida creativa, como se ve en este libro: 'Soy de los que creen que el alcohol produce en el escritor una cierta riqueza interna', confiesa. 'Mi imaginación ha sido desgraciada y miserable. El alcohol me ha excitado la memoria y la imaginación'. Son frases que no extrañan en quien utilizaba la ironía hasta para rellenar formularios, como se desprende de una anécdota que relata Puig: 'En la declaración de propietario rural, en la casilla donde ponía estado, él marcaba: 'ligeramente ebrio'.

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