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La Vital ofrece una mirada inédita sobre Ignacio Díaz Olano

La antológica del pintor recoge obras de colecciones privadas nunca expuestas en Vitoria

La cuarta antológica que se celebra en el último medio siglo sobre el pintor Ignacio Díaz Olano (Vitoria, 1860-1937) supone el recorrido más completo sobre la obra de este creador, marcada por la Llanada alavesa y el mar de Mutriku. Sesenta y cuatro óleos conforman este paseo organizado por la Caja Vital, una ocasión única de contemplar los cuadros de Díaz Olano que permanecen en colecciones privadas o fuera del País Vasco.

La muestra, que permanecerá en la sala de la Caja Vital (Postas, 13-15) hasta el 6 de enero, presenta obras casi desconocidas en Vitoria, de donde salieron hace decenios. Es el caso de los tres óleos emblemáticos de la muestra: Agosto (1899), La siesta (1915) e Hilanderas y tejedoras (1917), con los que concursó a los premios nacionales de Pintura y que ganó con el primero.

En ellos se aprecia uno de los ingredientes fundamentales de la pintura del alavés: la pasión por la luz de la Llanada, que recreará a lo largo de su vida dentro de esa línea de la pintura de entresiglos que idealiza la bucólica vida campestre. El comisario de la exposición, Santiago Arcediano, destaca en esta serie de cuadros el gusto de Díaz Olano por el color amarillo, el del campo en tiempo de siega.

Pero también afrontó otros mundos, otros paisajes. Hay momentos para recrear la vida en el caserío, con los verdes prados de los valles de la vertiente cantábrica como fondo. Son la antesala de su otra gran pasión, el mar y la costa de Mutriku, que pintará en numerosas ocasiones durante su estancia en esa localidad.

No todo es costumbrismo en su obra. Su estancia de dos años en Italia (entre 1894 y 1896) le deparó en su momento más fecundo numerosas inspiraciones que llevó al lienzo, como refleja, por ejemplo, Un mercado en Venecia, de 1807. Sin embargo, este aspecto ha quedado en un segundo término, relegado por el sentimiento acendradamente localista que mantenía. Según Santiago Arcediano, ello ha llevado a 'desdibujar la trayectoria de un artista plural dotado de una hondura pictórica que no desmerece en nada a lo aportado por otros contemporáneos'.

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