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Columna
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Formas de engañar

Miguel Ángel Fernández Ordoñez

El PP repite sin cesar que ha bajado la presión fiscal (la presión fiscal mide lo que el Estado recauda en proporción a la renta total) en España. Pero no es verdad. La OCDE acaba de publicar su informe sobre ingresos públicos en los países miembros en el que muestra cómo la presión fiscal ha aumentado notablemente en España durante los últimos cinco años. Como sucede siempre con la política económica del Gobierno, una cosa es lo que dice y otra lo que hace.

En efecto, el informe de la OCDE muestra cómo la presión fiscal en España ha pasado del 32,8% del PIB en 1995 al 35,3 % en 2000. La cifra revisada por la Intervención General para el año 2000 es exactamente un 35,7%, con lo que el aumento ha sido de tres puntos de PIB en un lustro. En el mismo periodo, la socialista Francia ha aumentado la presión fiscal en la mitad (1,5 puntos) y Alemania en la quinta parte (0,6 puntos). El informe de la OCDE es demoledor para los que argumentan que el fuerte aumento de la presión fiscal en España se debe a su mayor crecimiento: Irlanda, que ha crecido más del doble que España, tenía nuestra misma presión fiscal en 1995 (32,8%) y la ha reducido al 31,5% en 2000. Después del informe de la OCDE nadie puede decir que el aumento de la presión fiscal es una consecuencia inevitable del crecimiento.

La técnica de repetir muchas veces algo que es falso es muy eficaz, ya que la mayoría de la gente no leerá el informe de la OCDE. Sin embargo, no es una técnica 100% eficaz ya que siempre habrá alguien que lea el informe y compruebe la diferencia entre lo que el Gobierno dice y lo que hace. Por ello, para mantener con mayor tranquilidad esa incoherencia, existe otra forma más eficaz de engañar, la de ocultar la información. El Ministerio de Hacienda está empleando esta técnica con el estudio de la repercusión por tramos de renta de la reforma fiscal de 1998. El primer estudio realizado mostraba que el aumento de la presión fiscal durante el Gobierno del PP se ha concentrado en las clases medias, mientras que se ha aligerado la carga fiscal de las clases más adineradas. Como no le gusta dar esta información, el Ministerio de Hacienda sigue, desde hace meses, sin hacer público dicho estudio. Parece que se está trabajando en rehacer los cuadros agrupando los tramos de rentas altas con las rentas medias de tal forma que no pueda percibirse el carácter antirredistributivo de su política fiscal.

Ocultar la información es una técnica eficaz de mantener el engaño porque, incluso la minoría interesada en estos temas, al no disponer de la información, no puede comprobar la incoherencia. Pero ocultar la información tampoco proporciona un 100% de seguridad, porque siempre hay alguien que puede contar que se esconde la información y, mientras queden medios de comunicación no controlados por el poder, se acaba sabiendo. Por eso, la forma suprema de engañar no es la de ocultar la información, sino la de dar órdenes de que no se elabore la información. Si no hay información, ya ni siquiera hay necesidad de ocultarla. Esta tercera y sofisticada técnica es la que ha utilizado el PP con el panel del IRPF, una muestra que elaboraba el Instituto de Estudios Fiscales garantizando el anonimato y que se ponía a disposición de los estudiosos de la política fiscal. El último panel del que disponen los investigadores españoles sigue siendo el de 1994, porque no se ha elaborado ninguno durante el Gobierno del PP.

No es mi intención ahora criticar ni elogiar la política fiscal del PP, que da para las dos cosas. La riqueza de un Estado liberal es que cada cual defiende la política que le parece. Pero para que el debate sea posible es necesaria la información. Deformar, ocultar o suprimir la información es corroer el fundamento del Estado liberal, que se basa en la discusión libre e informada de los asuntos públicos. Como decía el norteamericano Madison en 1822, 'gobernar sin que el pueblo pueda acceder a la información no es sino el preludio de una farsa o de una tragedia. O quizá de las dos cosas'.

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