'Colombia es una enfermedad'

Fernando Vallejo nació en Medellín (Colombia) en 1942 y reside en México desde 1971. El pasado mes de marzo, Vallejo firmó, con sus paisanos Gabriel García Márquez, Álvaro Mutis, William Ospina, Darío Jaramillo, Héctor Abad y Fernando Botero una carta dirigida a José María Aznar, en la que le informaban de que ninguno de ellos volvería a España mientras se exija visado a los colombianos. Por eso, no ha viajado a nuestro país para hablar de su último libro, El desbarrancadero (Alfaguara) y esta entrevista se ha realizado a través del correo electrónico.

Fernando Vallejo, que asegura que tiene 'contados' lectores, sorprendió ya desde sus primeros libros, por ejemplo, Logoi (1982), un ensayo en el que pretendía hacer una gramática de la lengua literaria. En su obra ha roto los moldes de los géneros, mezclando la autobiografía con la imaginación en textos a menudo alucinantes de prosa descarnada.

'Hijueputa en mi país es una palabra devaluada, que suena muy bien y no significa nada'

El desbarrancadero no es una excepción. Vallejo convierte la muerte del padre, un hombre bondadoso, y la horrorosa agonía del hermano enfermo de sida, en la historia de la destrucción de una familia y un país, una historia en la que no se salva nadie, ni siquiera él mismo. Una historia en la que la muerte es un personaje más.

Pregunta. En El desbarrancadero relata usted el desmoronamiento de una familia, que se adivina paralelo al de Colombia.

Respuesta. Creo que sí. Mi casa adentro estaba mal, y Colombia afuera estaba peor.

P. ¿Qué pasaba en su casa? ¿Es cierto que eran 23 hermanos?

R. No, éramos 24: le quité uno por vergüenza ajena. Y digo ajena porque yo no fui el que los engendró ni la que los parió.

P. Todos sus libros son estimulantemente provocadores e irreverentes, pero quizá éste sea el más duro de todos.

R. Gracias por los calificativos de 'provocador' e 'irreverente'. No es la primera vez que me los ponen. Pero yo soy como mil cosas más, hasta donde me he alcanzado a dar cuenta.

P. ¿Qué mil cosas más es usted?

R. En la página 620 de El río del tiempo hice parte de la lista. Termina así: '... soez, sagaz, mordaz, feliz, falaz, revelador, olvidadizo, espontáneo, inmoral, insensato, payaso'; y para que no se le vaya a olvidar, 'cuentavidas', 'deslenguado' e 'hijueputa'. 'Hijueputa' en Colombia es una palabra devaluada, que suena muy bien y que ya no significa nada.

P. Son tremendas sus alusiones al Papa, le define como una 'alimaña, gusano blanco viscoso, tortuoso, engañoso', o como 'Juana Pabla Segunda la travesti duerme bien, come bien, coge bien'.

R. Karol Wojtyla es el personaje más dañino que hoy tiene la humanidad. ¿Cuántos niños han nacido por la prédica irresponsable de este tartufo? Millones y millones que sólo vienen a aumentar los problemas ya insolubles de este planeta miserable y superpoblado. ¿De cúantos de esos niños se ha hecho él cargo? Ni uno solo. Este zángano vive como un rey sostenido por las limosnas de toda la pobrería de la tierra. Y come carne de animales. En lo más profundo del infierno, Satanás, que es un ser justiciero, le tiene preparado un círculo enterito para él. En otro están juntos y ya medio calcinados Pío XII y Pablo VI.

P. Creo en cambio que en sus referencias a Colombia ('país pobre rico en odio', 'raza tarada que tiene alma de periferia'), hay mucha melancolía, desesperación y amor.

R. Ya no sé qué pensar de Colombia. A pesar de que he vivido más de la mitad de mi vida fuera de ella, no me la saco todavía de la cabeza. Por lo visto me va a acompañar como una enfermedad incurable hasta el día que me muera.

P. ¿Es posible que algún día vuelva a residir en Colombia?

R. Nunca. Jamás. Prefiero irme a quemar en los infiernos.

P. ¿Mantiene su decisión de no viajar a España mientras se exija visado a los colombianos?

R. Así es, no pienso volver a España mientras haya visa para mis paisanos. O sea nunca, pues una vez que nos la pongan no nos la van a quitar. Y, sin embargo, sé que no tengo la razón y que no la tenemos los que firmamos la carta. La tragedia de los colombianos no es que nos pongan visa para entrar en España, sino que no podemos vivir en Colombia. Lo uno es resultado de lo otro. Si Colombia no fuera tan mala patria no nos estarían hoy cerrando las puertas y no estaríamos dos millones de colombianos dispersados por el mundo. Y si no hay más afuera es porque los que se han quedado no tienen con qué pagar el pasaje de avión para irse o porque los devuelven de donde llegan. Y me preguntará usted, ¿por que firmé la tal carta? Es que yo soy de la raza de Don Quijote: irracional y muy dado a abrazar causas perdidas.

P. ¿Cuánto hay de autobiográfico en esta novela?

R. No es una novela. La novela es ficción, mentira, y hasta donde puedo tengo la costumbre de no mentir. No he escrito ni una sola novela. Ni un solo verso. Ni he ocupado nunca un puesto público. Ni he encartado a nadie con la vida. Si acaso por otros, aunque no creo, porque si nos ponemos a sacar cuentas, Diosito me queda debiendo.

P. ¿Qué quiere decir encartar en el español de España?

R. No he podido saber de dónde viene esa palabra, intraducible incluso al español. Le explico su significado con un ejemplo. Si alguien en Colombia se entera de que un conocido piensa viajar, digamos a España, va y compra una botella de aguardiente y corre a pedirle al viajero: 'Ve, hombre, llevámele por favor este aguardientico a Madrid a fulanito de tal'. Imagínese usted la joda que es cargar una botella de aguardiente ajena en un avión, sin poderla meter uno siquiera a la maleta porque se quiebra y moja todo el equipaje; esa joda es un 'encarte' y el que lleva la botella el que 'se encartó'.

P. Dice usted que no ha escrito ni una sola novela, ni un solo verso. ¿Cómo describiría La virgen de los sicarios o El desbarrancadero?

R. Se lo dejo de tarea a mis descontados lectores.

P. Afirma, en cambio, en El desbarrancadero, que usted es ' novelista de primera persona' y más adelante, añade: 'Yo no soy novelista de tercera persona y, por lo tanto, no sé qué piensan mis personajes'. ¿Cuál es su concepto de novela?

R. Es muy simple mi concepto de novela. Si entendemos por novela de tercera persona y narrador omnisciente, ése es un género manido, trillado, acabado, gastado, muerto. ¿Cómo va a saber un pobre hijo de vecino lo que piensan fulanito y zutanito de tal, y lo que comieron ayer y lo que soñaron anoche? Nadie es Dios Padre omnisciente y ubicuo ni tiene un lector de pensamientos ni de sueños para que se pongan a contarnos los ajenos. Y esa infinidad de diálogos que nos repiten como si los hubieran grabado con grabadora... Y eso de tomar personas de la vida y cambiarles los nombres para volverlos dizque personajes. ¡Ay, qué tan originales, me quito el sombrero!

P. En El desbarrancadero describe al padre como un hombre maravilloso y todos sus reproches van dirigidos a la Loca, 'máquina de reproducir' y 'vagina delirante'. ¿Por qué? ¿Es ella la única responsable de engendrar tantos hijos?

R. No hay ser más repulsivo y feo en este mundo y toda la Vía Láctea que una mujer embarazada: es un engendro antiestético, mentiroso, dañino, perverso. Las veo y me dan náusea.

P. ¿Cómo ha sido recibido este libro en Colombia?

R. Muy bien. A Colombia ya la curé de espantos.