Preparados..., listos..., ¡euro!
Tras el nacimiento de la Unión Monetaria el 1 de enero de 1999, ha habido tres años de implantación del euro en los contratos y los mercados financieros que han sido el periodo transitorio de adaptación al mismo. Ahora sólo queda el canje físico de la moneda, ante el que los distintos agentes económicos se están enfrentando de forma muy distinta. El sector financiero y las grandes empresas exportadoras han sido las primeras que han visto las ventajas de una pronta adaptación de sus sistemas a la nueva divisa. Muchas aprovecharon la adaptación de sus sistemas informáticos al efecto 2000 para impulsar las reformas. Pero ha sido a lo largo de 2001, ante la inminencia de la entrada en circulación física del euro el 1 de enero de 2002, cuando se está produciendo un rápido fenómeno de adaptación.
En el peor de los escenarios la inflación podría repuntar con la puesta en circulación de la moneda europea, aunque de forma transitoria
La preocupación por la nueva moneda física y su impacto sobre los niveles económicos y sociales se está manifestando de forma creciente. Un aspecto de especial relevancia es el posible efecto inflacionista derivado de la fijación de los precios en euros. Las reglas de conversión son claras. De acuerdo con ellas, sólo debería dividirse el precio en moneda nacional por el tipo de conversión con el euro. Pero esta simple operación desajusta el marketing de precios atractivos del comercio minorista que hoy se concentra en precios acabados en 0, 5 y 9, convirtiéndola en una distribución de precios uniforme. Dado que el canje se realiza el 1 de enero, y que la mayoría de empresas suele actualizar sus 'menús' de precios atendiendo a las características de cada mercado, es muy posible que los nuevos precios en euros traten de incorporar también el marketing de precios atractivos. Una cuantificación del impacto sobre el IPC del comportamiento agregado de todos los agentes es difícil dado que, en general, no se dispone de información sobre niveles de precios. No obstante, el Banco de España ha simulado este impacto bajo ciertas hipótesis y los resultados apuntan a que, en el mejor de los casos, el canje no tendría efectos y, en el peor de los escenarios, la inflación podría aumentar, aunque de forma transitoria, entre 1,3 y 1,7 puntos porcentuales. Aunque todo apunta a que durante el primer trimestre de 2002 la inflación puede subir, la actual fase de desaceleración económica, la competencia entre empresas y, sobre todo, las buenas prácticas comerciales a las que muchas empresas ya se han adherido (otorgándoles la euroetiqueta), posiblemente amortiguarán los efectos del redondeo sobre los precios. Mientras tanto, debemos acostumbrarnos a la nueva escala de valor para evitar los efectos de la 'ilusión monetaria'. El canje del euro supone un reto, y superarlo rápidamente con éxito es un objetivo de todos.
José Félix Izquierdo es economista para OCDE y Mercados del Servicio de Estudios del BBVA.
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