Los unionistas radicales amenazan con una nueva crisis si el IRA no completa su desarme en febrero
La violencia se adueñó otra vez de las calles de Belfast, ayer y el viernes noche. Católicos y protestantes se han enzarzado de nuevo entre sí y contra la policía. La semana pasada murió un joven de 16 años al estallarle en las manos un artefacto casero. Ayer tarde no había muertos, aunque se habían oído tiros y familias de ambos bandos fueron atacadas en sus casas con cócteles mólotov. Los incidentes se suceden desde hace dos meses con mayor o menor intensidad. 'No hay solución policial a los problemas de esta comunidad', se lamentaba hace dos semanas sir Ronnie Flanagan, jefe de la policía de Irlanda del Norte. 'Es hora de que los líderes de la comunidad, los eclesiásticos y los políticos empiecen a ver las cosas más allá de las divisiones políticas para solventar este problema', advirtió. Pero los políticos no sólo están divididos entre comunidades. Hay también dramáticas divisiones internas, como la que sacude al partido de los Unionistas del Ulster, la fuerza moderada de David Trimble que juega un papel clave para que los protestantes apoyen el proceso de paz.
Trimble criticó ayer al ala dura de su partido, a la que acusó de abordar el problema del desarme del IRA con una visión 'emocional' que, a su juicio, 'beneficia a los enemigos del unionismo'. Los radicales han logrado convocar una reunión extraordinaria del partido para intentar forzar a Trimble a dimitir otra vez como ministro principal del Ulster si el desarme del IRA no se ha completado en febrero próximo, fecha en la que acaba el mandato de los observadores internacionales que encabeza el general John de Chastelain.
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