Himno, derechos humanos y mujeres

Si los libros sagrados de todas las religiones hubieran interpretado correctamente las palabras de los dioses respectivos, habrían puesto a la 'persona' en vez de al 'hombre' como centro del universo portadora de los valores divinos. Sin ese error de partida, que avaló la visión androcéntrica de la humanidad haciendo ver que donde decía 'hombre u hombres' se refería única y exclusivamente al género masculino y no al humano, la historia mundial hubiera sido otra y mejor para todos.

Sin ese error de raíz seguramente ahora las mujeres no nos encontraríamos tan desposeídas de derechos como lo estamos en algunos países, aquellos en los que 'los hombres' confunden la religión con el estado. Y seguramente tampoco tendríamos que estar justificando ahora, aquí en Andalucía, por qué queremos que se cambie el Himno Andaluz, iniciativa de Amparo Rubiales que merece todo el apoyo que podamos darle. Porque no es baladí que las andaluzas tengamos que decir que somos 'hombres' cuando cantamos el himno.

Solo algunos fanáticos de algunas religiones, los que se oponen al desarrollo de estados laicos y democráticos, siguen manteniendo esa interpretación androcéntrica del universo. Son los mismos que relegan a la mujer al plano secundario de 'todo lo demás, lo que sirve a los hombres'. Pero los países constitucionalmente laicos como el nuestro se construyen sobre la base de otros valores, los Derechos Humanos, que lejos de poner al 'hombre' como centro, abogan indiscutiblemente por el género humano, sin distinción por razón de sexo, religión... De alguna manera se han convertido en una especie de religión para aquellos que, religiosos o no, creemos en la humanidad y la solidaridad y defendemos el principio de igualdad entre los pueblos, razas, géneros...

El Himno de Andalucía, el que cantamos con sentimiento las andaluzas y los andaluces, respetaría más esos principios si en él pudiéramos reconocernos también las mujeres. Nuestro himno debería desprenderse de tantos 'hombres' y encontrar los términos que nos permitan a todas y todos cantarlo con propiedad y en primera persona. Eso sería ponerlo a la altura de los nuevos tiempos, los deseables para tod@s. No sigamos cometiendo el error histórico por banal que le parezca a algunos ignorantes. Evolucionemos también en las formas y el lenguaje, que influyen mucho en las actitudes e incluso marcan definitivamente la historia de nuestros pueblos.