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Reportaje:LAGUNAS DE ARCHIDONA | EXCURSIÓN

Milagros de la luz en el agua

Las lagunas de Salinas, en el límite entre Málaga y Granada, acogen multitud de aves y un paisaje idílico

Para los conductores que transitan cada día entre Málaga y Granada, la neblina que se estanca por la mañana temprano en los suaves valles del término municipal de Archidona, en el límite entre ambas provincias, es un fastidio. Cosas de la vida apresurada. Porque si el objeto del viaje es un paseo por la Reserva Natural de las Lagunas de Archidona, conocidas popularmente como Lagunas de Salinas, la neblina puede llegar a ser una fiesta.

Escondidas detrás de una prosaica fábrica de yesos que se asoma a la autovía A-92, las lagunas encierran a primera hora de la mañana todos los milagros de la luz y el agua. Por supuesto, esta no es una excursión para hacer en verano, y no tanto por el peligro de desecación, que no suele amenazar estos humedales levemente salinos de origen freático.

Lo de ir en meses más frescos es porque las noches frías obran maravillas en el paisaje cuando el sol sale por la mañana: la luz y el calor empiezan a acariciar las lomas y derriten la escarcha. La retama, los olivos, los almendros, las encinas, el tomillo, las gayombas, la hierba de las laderas aparecen entonces de entre la neblina cubiertas de diminutas perlas de agua cristalina, como si lucieran ricas telas de fiesta que destellan, humean y proyectan arcoiris caprichosos. Y al fondo, la lámina serena del humedal, con un brillo resbaladizo de lamé dorado orlado por flecos de juncos, cañaveras y espadañas.

La reserva natural de las Lagunas de Archidona no tiene más que seis hectáreas de extensión, pero son suficientes para albergar hervidero de vida. La proximidad de la autovía -que pasa a poco más de un kilómetro de las lagunas- sólo perturba ligeramente el perfecto silencio del entorno. La colonia de aves acuáticas que las habitan, compuesta por porrones comunes y azulones, fochas y garzas reales, no parece inmutarse por esta circunstancia.

Los aficionados a la ornitología pueden observar, casi sin necesidad de llevar prismáticos, el quehacer de estos individuos, pero eso sí, conviene ser muy sigiloso, porque al mínimo ruido, las fochas comienzan a aletear, como propulsadas por un peculiar motorcillo, y se refugian al otro lado de la laguna.

También llama la atención la abundancia de vida subacuática: ranas, galápagos leprosos y culebras de agua animan las orillas de ambas balsas, y en la más grande, que queda al norte de la primera y tiene un fondo de diez metros en su parte más profunda, abundan los barbos.

En realidad, no hace falta llegar hasta las lagunas para cruzarse algún animal. En cuanto se abandona la autovía A-92, cogiendo la salida de Fuente Camacho-Salinas-Villanueva de Tapia, se gira a la derecha para tomar una vía de servicio que discurre paralela a la autovía. Este carril hay que seguirlo hasta divisar la fábrica de yesos Las Lagunas. Unos 400 metros antes del edificio, encontramos un carril de tierra a la izquierda que se sigue hasta encontrar dos pilastras que indican la entrada a la antigua finca de Las Lagunas.

En este lugar se puede dejar el coche, y cruzarse los primeros conejos, liebres, musarañas, perdices y erizos de tierra, numerosos en esta zona donde abundan también los cazadores, tanto los de escopeta como los alados; cernícalos, cárabos y mochuelos. Hay quien dice incluso que ha visto zorros y tejones. De ahí, tomando un camino a la izquierda (hay dos) y subiendo una pequeña pendiente, se divisa ya la laguna grande, de forma rectangular.

Para llegar a la laguna chica hay que bordear la grande y dirigirse hacia el sur. Este segundo humedal, menos profundo que el primero, presenta también una forma más irregular, y su contorno, más pantanoso, está sembrado de nidos de aves acuáticas.

En el encinar habita una importante colonia de rabilargos, un córvido de cuerpo azulado y cola larga y estrecha algo menor que la urraca. También hay palomas torcaces y tórtolas. Si se dispone de tiempo, se puede iniciar el ascenso a alguna de las sierras que rodean la zona; la de Gibalto, ya en la provincia de Granada, o las de San Jorge y La Gorda, más al sur, en el término municipal de Villanueva del Trabuco. Si no es así, el recorrido puede terminar en dos horas. Dos horas para asombrarse de la cantidad de vida que puede haber a la espalda de una autovía y del milagro de la luz en el agua.

Historia y buen comer

- Dónde. Cerca de la antigua Estación de Salinas, en el término municipal de Archidona. Por la autovía A-92, tomar la salida de Fuente Camacho-Salinas-Villanueva de Tapia, y coger la vía de servicio que arranca a la derecha en dirección hacia Málaga. Antes de llegar a la fábrica de yesos Las Lagunas, hay un carril de tierra que arranca a mano izquierda. Seguirlo hasta encontrar las pilastras de la antigua finca y avanzar desde allí hacia la izquierda hasta encontrar las lagunas. - Y qué más. El verano es la peor época para visitar la zona y el tiempo en que menos agua tienen las lagunas. Conviene llevar prismáticos para observar las aves acuáticas. - Alrededores. Archidona es un pueblo cargado de historia y de encanto que merece la pena pasear. Fundada por los túrdulos, los primeros pobladores de Andalucía central, tuvo gran importancia estratégica en época romana y árabe. Entre sus monumentos destacan la bellísima Plaza Ochavada, que combina el estilo mudéjar y toques afrancesados. También tienen interés las iglesias de la Victoria y de Santa Ana y la Casa Consistorial. En cuanto a la oferta gastronómica, Archidona resume toda la cocina de la campiña andaluza. Destacan el guiso de patas, los gazpachos en todas sus variedades, la caldereta de cordero, las migas, las gachas de mosto o el guisillo de huevos.

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