Malos tiempos para el drama
La recaudación de los últimos estrenos de Hollywood refleja que los norteamericanos prefieren las comedias
Drew Barrymore es la primera en reconocer que algo ha cambiado en Hollywood en estos meses, y en el estreno de su última película, Los chicos de mi vida, la joven estrella enseña algo nuevo, dejando salir sus emociones a flor de piel. 'Me siento tan trivial y confundida, tan sumamente perdida', confesó en Los Ángeles sin poder contener las lágrimas. Sus palabras unieron en la misma jornada el nerviosismo de la presentación a la prensa de este drama basado en el libro autobiográfico de Beverly D'Onofrio sobre las tribulaciones de una madre soltera de 15 años y su lucha por controlar su vida y el comienzo de otra lucha, la de los ataques aliados sobre Afganistán tras los atentados del pasado 11 de septiembre. 'Yo me hubiera marchado a casa esta mañana. No creo que nadie necesite escucharme en un día como hoy. Nunca había trabajado en tiempo de guerra y es vergonzoso, porque una se siente de lo más superflua en estos momentos', dijo la actriz.
Sus palabras han sido premonitorias y, pese a las buenas críticas recibidas por la cinta dirigida por Penny Marshall, el público no parece estar para lágrimas. En sus tres primeras semanas, no ha recaudado más de 25 millones de dólares (cerca de 5.000 millones de pesetas), una tímida cifra comparada con la solidez de estrenos como Monsters Inc, la última producción de los estudios Pixar, que con una alegre trama infantil ha conseguido ingresar más de 63 millones de dólares en tan sólo tres días en Estados Unidos. 'Nada les está llevando a los cines en masa. Al menos, nada con dramatismo', aseguró Jim Brooks, productor de Los chicos de mi vida, en referencia al público estadounidense. 'Los sondeos de taquilla demostraron que los espectadores adoraban nuestra película, pero éstos son tiempos difíciles. La atmósfera es diferente y es difícil hablar de otra cosa que no sean los acontecimientos actuales', añade como explicación al rechazo del público.
Penny Marshall fue la que mantuvo la moral de la joven Barrymore en su sitio, tanto en estos momentos de inestabilidad como durante el rodaje de Los chicos de mi vida, tan emocionalmente cargado que la realizadora llegó a tener sus dudas sobre si el rostro de la actriz de 26 años, uno de los más aniñados y suaves del cine estadounidense, era el adecuado. La actriz no estuvo dispuesta a tirar la toalla, ni durante el rodaje ni ahora en su presentación, defendiendo con seguridad el campo en el que se mueve. 'Creo que he madurado mucho, que he aprendido a aceptar los buenos momentos y los malos, y a dejar de tomármelo todo como si fuera a vida o muerte', resume sobre su papel en el filme, un personaje que ha requerido de la actriz una transformación vital desde los 15 a los 35 años.
En medio de los bombardeos y el ántrax, las lágrimas de Barrymore no son las únicas vertidas en este negocio, donde otros filmes como Life as a house, descrito por la revista The New Yorker como el mejor trabajo dramático de la carrera de Kevin Kline, o Iris, protagonizado por Judi Dench, sobre la muerte por alzheimer de la escritora Iris Murdoch, se ven siguiendo la misma suerte. 'Creo que todo esto es hablar por hablar', comenta el realizador Irvin Winkler, desafiando al que haga de menos a Life as a house por el mero hecho de ser un drama. 'No me puedo creer que el público vaya a cambiar sus gustos con la intención de no ver otra cosa que Zoolander', aclaró en referencia a una de las últimas comedias estrenadas en los cines estadounidenses y que tuvo un buen arranque en la taquilla gracias al humor sin sentido de Ben Stiller. Pese a la defensa de Winkler de su filme, centrado en los últimos cuatro meses de vida de un hombre que intenta en ese tiempo recuperar a su familia, la taquilla no le da la razón. Ha sido estrenada tan sólo en 88 cines de Estados Unidos y ha logrado una recaudación que no supera los 674.000 dólares en dos semanas.
'Creo que incluso en los momentos de mayor preocupación, la gente busca consuelo en el arte. Puede ser comedia o drama, eso es cierto. Los hay que prefieren escapar y otros prefieren ser estimulados. Pero, incluso después del 11 de septiembre, la gente seguirá acudiendo al cine, de eso no me cabe duda', afirma Dench intentando poner una nota de optimismo. 'El dolor genera mucha energía y está muy bien que puedas canalizarla de la mejor forma, de una manera artística', añade, víctima ella misma de ese dolor tras la muerte este año de su marido, Michael Williams.
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