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El rey tomó la decisión con el viceministro de Exteriores

Desde un principio era sabido que la llamada a consultas del embajador marroquí en Madrid, Abdesalam Baraka, era lo suficientemente importante para transcender al Gobierno de Rabat y emanaba directamente del palacio real.

Mohamed VI la tomó, en realidad, a solas con el secretario de Estado de Asuntos Exteriores, Taieb Fassi-Fihri, cuando éste le informaba el 25 de octubre de la reciente evolución diplomática del conflicto del Sáhara, según una fuente con estrechos lazos con la familia real alauí.

Taieb Fassi-Fihri, un economista de 43 años, formado en La Sorbona y en el Instituto de Estudios Políticos de París, fue consejero real antes de ser nombrado por Mohamed VI secretario de Estado de Exteriores.

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La diplomacia española le recuerda por su cancelación de un viaje a Madrid, en septiembre, alegando una enfermedad, justo después de que el ministro Josep Piqué hubiese denunciado la colusión entre la policía marroquí y las mafias.

Desde entonces él es el encargado de seguir de cerca el asunto de Sáhara, vital para Marruecos, y en los círculos diplomáticos de Rabat se le atribuye una mayor influencia que al ministro, Mohamed Benaissa, a la hora de formular la política exterior del reino.

Fassi-Fihri mostró ante el rey su decepción por la renuencia española a secundar a Francia en sus intentos por que la Unión Europea apoyase la llamada 'tercera vía' para el Sáhara, propuesta por el ex secretario de Estado estadounidense James Baker. Esta solución consiste en otorgar a la antigua colonia española una autonomía en el marco del reino de Marruecos.

Es ahí cuando se decidió manifestar el descontento de Marruecos por el apoyo del Gobierno español a los esfuerzos del secretario general de la ONU, Kofi Annan, para solucionar el conflicto mediante el plan de arreglo (referéndum de autodeterminación) o el acuerdo marco (autonomía) sin poner el énfasis en ninguna opción. Palacio tenía además otros motivos de queja con España.

Para anunciar la decisión debían cumplirse dos requisitos. Primero, el embajador Baraka, que se encontraba en ese momento en Marruecos, debía regresar a España. Lo hizo el mismo jueves 25 y el sábado 27 recibió en Madrid la orden de volver a su país para evacuar consultas. También era necesario que Piqué, que acudió el 26 a Agadir a una reunión del Foro Mediterráneo, hubiese regresado a Madrid.

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