Macario Barjas, líder sindical de la construcción
Iban siempre juntos. La policía, en aquellos años de la dictadura creía que eran hermanos: Tranquilino, Arcadio y Macario. La constru se levantaba a su voz. Sin ellos la historia del sindicalismo sería otra. Y la vida de los trabajadores, probablemente, más dura.
El pasado día 1 murió Macario Barjas. Era fácil verle por su Vallecas, hablando, menudo y frágil, con algún compañero de sus queridas Comisiones Obreras, dispuesto, todavía, a ayudar en lo que fuera. Hijo de minero, nació en Veredas (Ciudad Real) en 1916. Su padre enfermó de silicosis, y Macario, con tan sólo nueve años, empezó a trabajar de camarero. A los 16 entró en la construcción. Luego, la guerra, los campos de concentración... Y, otra vez, la construcción. Había militado en UGT y fue uno de los fundadores de CC OO.
Cuando en 1985 le dieron la Medalla del Trabajo, casi avergonzado, él decía que esa medalla no era suya, que era de los albañiles, de los ferrallas, de los carpinteros, de sus compañeros de tajo muertos en la obra y de los que nunca se acordaban los ministros. Pero pocas veces fue esa distinción tan bien otorgada.
Magro de carnes y afectuoso en el trato, afrontó con la misma fortaleza las detenciones y las palizas, las huelgas y las listas negras, los homenajes y las alabanzas. Hace unos años fue operado del corazón. Hace unos días su corazón obrero se detuvo definitivamente.
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