Mortadelo y los euros falsos
Ibáñez adapta a la nueva moneda la última aventura de los agentes de tebeo
'Hasta ahora no ha habido problemas. No han tenido que blanquear su capital, porque Mortadelo y Filemón nunca han tenido un duro. Ni blanco, ni negro', explica su creador, Francisco Ibáñez, que acaba de publicar ¡Llegó el euro! (Ediciones B), el álbum número 62 de la serie protagonizada por los más ineficaces espías de la TIA. La nueva moneda de la Unión Europea es el tema de actualidad que da pie a las increíbles barrabasadas de los dos agentes. 'Yo sí tendré problemas con el euro. Creo que me sucederá lo que a la mayoría de la población, llegará el 1 de enero de 2002 y las pasaré canutas', dice el autor.
La circunstancia de Ibáñez tampoco será muy diferente de la del superintendente de la TIA cuando intenta la conversión del sueldo de sus agentes en euros. Ante la complejidad de la operación, el mandamás de la agencia acaba andando a cuatro patas y balando como un carnero. Para describir esta escena, Ibáñez ha necesitado ocho viñetas y toda la parafernalia propia del lenguaje del cómic: onomatopeyas, metáforas visuales, líneas cinéticas, diálogos...
Mortadelo y Filemón son el mejor producto de su editorial, con millones de ejemplares editados
En esta aventura, Mortadelo y Filemón tienen que desmantelar una red de falsificadores de euros que han cometido la torpeza de incluir la imagen de un popular actor de películas de acción en el reverso de los billetes. Siguiendo la pista de los malhechores viajan por Japón y Estados Unidos, aunque finalmente el enemigo se hallará en una aldea de las de boina y garrota. El peligroso gang de falsificadores ni será gang... ni peligroso.
Mientras el álbum dedicado al euro se acomoda en las librerías, la maquinaria de producción de historias de Mortadelo y Filemón no se detiene. 'Este álbum ya me queda lejos, porque he dibujado dos más, uno dedicado a los okupas y otro a los ordenadores'. El ritmo de trabajo de Ibáñez es casi de factoría. En total, produce cada año seis álbumes de 46 páginas, a razón de uno cada dos meses. Su producción está ahora centrada en la realización de Mortadelo y Filemón, aunque le gustaría ocuparse de sus otras criaturas, como Sacarino, La familia Trapisonda, 13 Rue del Percebe y Rompetechos, el más querido de sus personajes. 'Si algún día recibo una carta de alguien que me dice que ya me estoy haciendo pesado con Mortadelo y Filemón, volveré a mis antiguos personajes, porque pienso que siguen vivos. Las chapuzas de Pepe y Otilio siguen siendo, desgraciadamente, un tema actualidad'.
Las aventuras de Mortadelo y Filemón son el producto más exitoso de Ediciones B. Para 2002 la editorial prevé editar dos millones de ejemplares entre álbumes de tapa dura y rústica, y otros productos derivados, como juegos de ordenador y cuadernos de pintura. Nacida en enero de 1958, la serie ha evolucionado gráfica y argumentalmente a lo largo de los años. De regentar una modesta agencia de información, Mortadelo y Filemón pasaron a ser agentes del servicio de inteligencia. Después de años de popularidad, que alcanzó su punto álgido de mediados de los setenta a principios de los ochenta, la serie volvió a registrar un despegue importante a principios de la década de los noventa al seguir unas pautas argumentales basadas en los temas de la más candente actualidad. Mortadelo y Filemón protagonizaban casos basados en las escuchas telefónicas, la fuga de Roldán, la aparición del Nuevo Catecismo, las vacas locas o el impeachment. En este álbum, el papel de Clinton era interpretado por el superintendente y la secretaria Ofelia interpretaba a la becaria ultrajada.
Los personajes de Ibáñez han sido traducidos a multitud de idiomas. En italiano han sido Mortadella e Filémone; en portugués, Mortadelo e Salaminho; en francés, Futt et Fil; en danés, Flip and Flop; en finlandés, Älli Tälli; en holandés, Paling en Ko, y en alemán, Clever and Smart. En esta última entrega, Mortadelo y Filemón amplían su repertorio lingüístico al incluir el euskera, en una edición de 3.000 ejemplares.
A diferencia de autores como Hergé, que en sus últimas voluntades dejó claro que Tintín moriría con él, Ibáñez siente que el desapego es la mejor manera de mostrar el afecto que siente por sus personajes. 'No tengo ningún inconveniente en que, cuando muera, otros dibujantes sigan la serie', afirma.
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