Un diseño de Bofill que lleva casi ocho años parado
Sólo hay un dato que permanece inalterable desde que Renfe convocara en 1993 un concurso para remodelar sus grandes instalaciones en Chamartín y poner en marcha una operación urbanística para edificar sobre su suelo: el del nombre de Ricardo Bofill, arquitecto que diseñó el proyecto ganador. Este proyecto fue presentado por Argentaria, que entonces era una entidad pública y que creó con Renfe la empresa Desarrollo Urbanístico Chamartín (Duch), integrada ahora en el grupo bancario BBVA tras fusionarse, hace justo dos años, las dos entidades financieras.
Esos cambios, junto a la disparidad de criterios entre las administraciones sobre la dimensión real que debía tener la operación, han hecho que el principal desarrollo urbanístico previsto en España sea sólo un diseño en el papel (véase gráfico).
Se desconoce aún cuántas viviendas habrá, cuántas oficinas y si por fin será realidad el proyecto de un nuevo Madrid financiero al norte de la capital jalonado por una docena de rascacielos. Con ese objetivo, Luis Eduardo Cortés, consejero de Obras Públicas, Urbanismo y Transportes, se aplicó en su anterior mandato al frente del consorcio, de septiembre de 1997 al mismo mes de 1998, en subir la edificabilidad hasta 0,9. Sus deseos chocaron entonces con la oposición del alcalde, José María Álvarez del Manzano, contrario a que la nueva Castellana se convierta en un Manhattan madrileño plagado de rascacielos. Estos reparos del regidor se han atemperado tras firmar en mayo pasado con Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, el convenio que recalifica la Ciudad Deportiva del club y permite la construcción allí de cuatro grandes torres.
Cambio de talante
Al cambio de talante de Álvarez del Manzano hay que añadir, para conocer las cifras reales de la operación, que el Gobierno regional ha aprobado una nueva Ley del Suelo para subsanar uno de los principales errores que se cometieron en los estudios de la operación: se contabilizaron como edificables los suelos sobre los que se asientan los sistemas generales (suelos que la Administración consiguió por expropiación forzosa y que se dedican a carreteras, espacios públicos o vías ferroviarias). Ése es el caso de las vías ferroviarias que serán enterradas. Hay 680.000 metros cuadrados, de los 3,12 millones de metros que ocupa todo el plan, que pertenecen a los sistemas generales de la estación de Chamartín. Esos 680.000 metros cuadrados sí tienen ahora aprovechamiento urbanístico.
Cortés, que dentro de unos días se convertirá en presidente del consorcio por rotación entre las administraciones, ha anunciado que llega 'con la intención de dedicarle tiempo y tirar del carro'.
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