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Tribuna:EL SISTEMA FINANCIERO
Tribuna
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La banca española: ¿víctima o superviviente?

El sistema bancario se ha fortalecido y renovado en los últimos años y está en buenas condiciones para actuar en el mercado europeo

Cuando en 1992 se firmó el Tratado de la Unión Europea (más conocido como Tratado de Maastricht), probablemente muchos banqueros españoles pensaron que se avecinaban tiempos difíciles para sus entidades. En aquella época, principios de los novnta, las entidades financieras españolas eran muy rentables, gracias a unos elevados márgenes financieros propiciados por los altos tipos de interés y por un sistema financiero todavía menos desarrollado y competitivo que el de otros países de nuestro entorno.

Posiblemente, algunas de las preguntas que se hicieron esos banqueros fueron las siguientes: ¿seremos capaces de soportar el previsible estrechamiento de precios y márgenes y su convergencia hasta los niveles del país más competitivo?, ¿podremos mantenernos independientes en un escenario de concentración del sistema bancario a nivel europeo?

Las entidades españolas, en un breve espacio de tiempo, aprendieron a competir en un mercado muy duro
Hoy el mercado americano está más preparado para una agresiva política de expansión exterior

Casi 10 años después, ésta es la respuesta a sus preguntas:

- Efectivamente, en España se ha producido un importante proceso de descenso de márgenes, hasta el punto de que, en la mayoría de los productos, y sobre todo en los más populares (préstamos hipotecarios, financiación al consumo y depósitos de ahorro), las entidades financieras españolas se encuentran entre las que aplican unos precios más favorables para el cliente. Como se aprecia en el cuadro adjunto, el margen de clientela de los bancos españoles (diferencia entre la rentabilidad de los créditos y el coste de los pasivos) es el menor de los grandes países europeos.

Este estrechamiento de márgenes no ha sido una consecuencia de la integración y homogeneización de los sistemas financieros europeos, hoy todavía muy lejanas, sino de factores básicamente internos (mayor transparencia del mercado, expansión de las cajas de ahorro fuera de sus comunidades autónomas de origen, políticas de precios agresivas de muchas entidades, aceleración del proceso de desintermediación financiera y otros).

- Nuestras dos grandes entidades se han mantenido independientes y han construido sólidas barreras de entrada ante posibles intentos de adquisición hostiles: tienen una capitalización bursátil muy superior a la de bancos de mayor dimensión de países tan representativos como Alemania y Francia.

La banca española ha protagonizado, en los últimos años del siglo XX, un profundo proceso de renovación y fortalecimiento que la ha situado en una firme posición competitiva, habiéndose ganado la credibilidad internacional (en octubre de 2000, la agencia de calificación Moody's situaba al sistema bancario español en uno de los primeros lugares del mundo en el rating de fortaleza financiera). Pero comienza un nuevo siglo, que vendrá marcado por la globalización, las nuevas tecnologías y la tendencia a la liberalización y apertura de los mercados; en el que nuestras entidades tendrán que afrontar nuevos retos y amenazas.

En nuestra opinión, los elementos que van a determinar la evolución de los diferentes sistemas bancarios (entre ellos, el español) en la primera parte del siglo XXI son dos: el grado de competitividad de cada mercado y el nivel de eficiencia de las entidades. Aquellas entidades que han logrado mejoras de eficiencia significativas, gracias a las cuales son rentables en entornos de bajos márgenes, son, sin duda, las que mejor preparadas están para hacer frente a las transformaciones en el escenario competitivo. Si, adicionalmente, son capaces de diversificarse e identificar oportunidades de negocio que creen valor para sus organizaciones, estarán en una buena posición para luchar por el liderazgo en el contexto mundial.

Con objeto de evaluar cuáles pueden ser las entidades financieras líderes en los próximos años y si las españolas se encontrarán entre ellas, hemos analizado la eficiencia y competitividad del sistema bancario español respecto a los de los principales países desarrollados. Para ello, se ha calculado el nivel medio de eficiencia (costes de transformación sobre margen de negocio) de las entidades financieras más representativas de cada país y los márgenes de negocio medios (ingresos financieros menos costes financieros más comisiones) con los que están trabajando.

Entre las entidades que compensan las ineficiencias en costes gracias a sus elevados márgenes financieros fruto de unos mercados poco maduros, no se encuentran las grandes entidades europeas ni las norteamericanas.

Las entidades financieras alemanas, francesas e italianas ya han sufrido los efectos del descenso de márgenes y del recrudecimiento de la competencia, pero su gran reto sigue siendo la mejora de la eficiencia. Los mercados financieros de estos países están menos liberalizados y desregulados que el mercado español, por lo que sus entidades todavía tendrán que hacer frente a procesos de fusión y reestructuración, no estando exentas de amenazas si no superan esta situación.

Por su parte, los bancos ingleses y norteamericanos, cuya situación puede parecer envidiable (altos márgenes y adecuada eficiencia), tendrán que afrontar la inevitable amenaza del descenso de márgenes, cuyo resultado es una incógnita. El proceso ya se ha iniciado, por lo que estos bancos corren el riesgo de no poder mantener sus niveles de rentabilidad, salvo que sean capaces de encontrar nuevas zonas de expansión y de continuar mejorando su eficiencia.

Mientras tanto, las entidades españolas ya han avanzado con firmeza en la senda que tienen que emprender los bancos anglosajones. Han mejorado estructuralmente sus organizaciones y han aprendido a sobrevivir en un contexto de bajos márgenes. Así, no sólo han conseguido que nuestro mercado doméstico sea infranqueable para las entidades de otros países, sino que han tenido la acertada visión estratégica de expandirse en sectores de actividad y territorios menos maduros (Latinoamérica) que les permiten acceder a negocios de mayor rentabilidad.

Ciertamente, los bancos y cajas de ahorro españoles son los auténticos supervivientes. Desde mediados de los setenta, las autoridades financieras españolas acometieron un profundo proceso de desregulación del sistema bancario que condujo a que, antes de los años noventa, se equiparasen operativamente los bancos y las cajas de ahorros, se liberalizasen los tipos de interés de todas las operaciones de activo y pasivo, se eliminasen las barreras legales a la banca extranjera (aunque ésta ha tenido que enfrentarse a otro tipo de barreras culturales y de imagen que no ha logrado superar) y se fomentase la transparencia de los mercados y una competitividad sana entre los diferentes actores del sistema.

En este sentido, también es justo reconocer el importante papel jugado por el Banco de España como regulador e impulsor de uno de los sistemas de medios de pago más eficaces del mundo. De este modo, las entidades españolas, en un breve espacio de tiempo, aprendieron a competir en un mercado muy duro y desarrollaron capacidades de anticipación y de adaptación a un entorno cambiante.

Pero lo realmente sorprendente es que el liderazgo de las entidades financieras españolas se ha logrado siguiendo estrategias muy distintas. Así, mientras los megabancos como BBVA y SCH -que fueron los primeros bancos europeos en entender que a medida que los mercados se hacen más homogéneos las ventajas del tamaño pueden ser mayores- apostaban por el mercado latinoamericano y por empezar a tomar posiciones en Europa, las cajas de ahorro dirigían todos sus esfuerzos a crecer en el mercado doméstico, habiendo alcanzado una cuota de mercado única en el mundo para entidades de su naturaleza; y mientras el Banco Popular ha conseguido ser el banco español más rentable y eficiente, reivindicando el modelo de banca tradicional, otros (como Bankinter) abanderan el proceso de innovación adoptando estrategias bancarias revolucionarias reconocidas internacionalmente.

Sólo una adecuada combinación de visión estratégica y gestión equilibrada puede hacer posible que quepan estrategias conducentes al éxito tan distintas en un negocio como el bancario, que ha alcanzado un elevado grado de madurez.

Pero hay que continuar preparándose para un futuro incierto y complicado. Algunos países como Estados Unidos lo están haciendo con gran acierto al haber acometido en los últimos años un profundo proceso de desregulación, reestructuración y consolidación de su sistema bancario.

Hoy, el mercado americano, siendo mayor que el europeo, está mucho más concentrado y preparado para una agresiva política de expansión exterior; lo cual puede representar una seria amenaza para las entidades europeas.

Por su parte, las entidades españolas, cuentan con franquicias locales firmemente consolidadas y con inversiones en Latinoamérica en vías de maduración, por lo que también necesitan orientar sus estrategias hacia nuevos horizontes. Han apuntado hacia Europa, pero, lamentablemente, de momento, las presiones nacionalistas y la falta de un auténtico compromiso con la construcción de una Europa unida les están frenando. A pesar de todo, seguirán intentándolo, porque son conscientes de que, dentro de no muchos años, nuestro mercado natural ya no será España, sino Europa, para el cual creemos que nuestras entidades están preparadas, no ya para sobrevivir sino para competir con éxito.

Fernando Ruiz y Héctor Flórez son socio director y socio, respectivamente, del Sector de Banca y Entidades Financieras de Andersen.

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