El BCE ignora las presiones políticas y mantiene los tipos en el 3,75%
La decisión castigó a las principales bolsas europeas y el euro cayó hasta los 0,8883 dólares
El Banco Central Europeo (BCE) volvió a dar ayer una muestra de su pretendida independencia al hacer caso omiso de los llamamientos de los últimos días para abaratar el precio del dinero. La decisión de su Consejo de Gobierno de mantener en el 3,75% el precio del dinero para los países del euro fue muy criticada, sobre todo en Alemania, y presionó a la baja tanto a la moneda única como a los mercados financieros europeos. La Bolsa de Madrid cayó el 2,67%; París, el 2,40%, y Francfort, el 2%. El BCE quiere tener más garantías de que la inflación está controlada, por lo que ahora hay que esperar al 8 de noviembre.
La reunión del Consejo de Gobierno -en el que toman asiento los seis miembros del Comité Ejecutivo del BCE y los 12 gobernadores de los bancos centrales de la zona euro- se realizó por medio de una teleconferencia y no estuvo acompañada de una rueda de prensa. El BCE, sencillamente, anunció en un escueto comunicado la decisión de mantener en el 3,75% su tipo director, en el 4,75% su facilidad marginal de crédito, y en el 2,75% su facilidad de depósito.
El anuncio decepcionó a los mercados, muchos de cuyos operadores habían previsto una bajada de al menos un cuarto de punto porcentual. El euro llegó a caer hasta los 0,8883 dólares, aunque luego se volvió a recuperar un poco, después de que se conocieran malos datos sobre la marcha de la economía estadounidense.
El inmovilismo del BCE también presionó a la baja a los mercados financieros europeos. La Bolsa de Francfort cerró con un descenso del 2%. El mercado madrileño perdió el 2,67% (el Ibex 35 perdió el 2,68%) en una sesión que inició con subidas, París bajó el 2,40% y Londres, más ajena a estos tipos de la zona del euro, cedía el 1,57%.
La reunión virtual del Consejo de Gobierno había estado precedida de fortísimas presiones políticas para bajar los tipos. Después de que varios Gobiernos nacionales y el propio presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, subrayaran que la autoridad monetaria tiene 'margen suficiente' para proceder a este movimiento, el presidente del BCE, Wim Duisenberg, a duras penas pudo evitar el viernes que en el comunicado final del Consejo Europeo de Gante se incluyera un llamamiento expreso a 'ulteriores acciones'. El acoso pudo haber tenido un efecto contrario en Duisenberg y sus colegas, según coincidieron ayer varios analistas. Duisenberg argumentó que el BCE quiete tener más garantías de que la inflación está controlada. Los analistas consideran segura una próxima bajada de tipos el próximo 8 de noviembre.
Críticas alemanas'Me sorprende que los políticos europeos todavía no hayan aprendido que tienen que callarse para que el BCE actúe', ironizó Kenneth Wattret, analista de BNP Paribas en Londres.Otros expertos se lo tomaron con menos humor, sobre todo en Alemania, donde los temores a una recesión se han acentuado por el mayor desplome en la confianza empresarial desde la crisis del petróleo en 1973 y la confirmación de la revisión del crecimiento económico: 0,75% para este año y 1,25% para el próximo.
'Pero, Dios mío, ¿qué están esperando?', se exasperó, por ejemplo, Stefan Schneider, analista del Deutsche Bank en Francfort. '¿Acaso necesitan más datos para darse cuenta de que la economía europea se está deteriorando rápidamente, mientras que los precios están cayendo?'. También Hans-Werner Sinn, presidente del reputado instituto Ifo en Múnich, se mostró decepcionado de la reticencia del BCE a bajar tipos y subrayó que ayer habría sido 'el momento más indicado para hacerlo'.
La situación, sin embargo, no es tan crítica en otras economías de la zona euro, según recordó ayer José Luis Alzola, analista de Schröder Salomon Smith Barney en Londres. 'Alemania exagera un poco la debilidad de toda la zona euro, y hay que tener en cuenta que un nuevo abaratamiento del dinero supondría tipos reales negativos en países como España'. Esto supondría tipos de interés nominales que se situarían por debajo de la inflación internaual que ofrece la economía española.
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