_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Pujol y Maragall

Las mociones de censura son la vía que la oposición tiene para presentar ante la cámara parlamentaria una reprobación a la política del gobierno en su totalidad, mediante una censura directa al presidente, que 'será, en todo caso, politícamente responsable ante el Parlamento' (artículo 36.4 del Estatuto de Autonomía de Cataluña). Lo que se ha vivido en el Parlament de Catalunya durante los días 17, 18 y 19 de octubre no ha sido un debate propio de una moción de censura, sino una abierta confrontación de estrategias electorales entre los distintos grupos parlamentarios.

Es ilógico que los principales protagonistas de una moción de censura constructiva, el presidente censurado y el candidato alternativo, no tengan ni un solo debate directo ante la Cámara. Es, también, una falta a la democracia parlamentaria. Es verdad que el reglamento del Parlament de Catalunya no obliga al presidente Pujol a salir de su silencio, pero el sentido común en la interpretación del Estatuto y de las demás normas que se refieren al control del gobierno por parte del Parlamento, es muy claro. Lo razonable es que un presidente censurado conteste personalmente.

En el debate de la moción de censura han primado más los intereses de partido que el valor democrático. Pujol ha respondido con el silencio y Maragall ha planteado una moción de investidura más que de censura

¡Cuántas veces en política lo razonable no es lo que le conviene a uno! Cuando un presidente dimite de su responsabilidad política ante el Parlamento está en cierto modo incumpliendo la ley. Las dudas políticas de Pujol y de CiU sobre la conveniencia política de intervenir ante el pleno de la Cámara tenían el origen en un punto de partida: ¡La moción de censura contra Pujol tenía que convertirse en la plataforma de lanzamiento del candidato Mas! Los socialistas pusieron su grano de arena al servicio de la estrategia convergente al confundir intencionadamente la moción de censura a Pujol con una moción de investidura de Maragall. Tanta era la preocupación de salir bien del envite que concentraron toda su estrategia en demostrar que Maragall será un buen presidente, olvidando por el camino la censura a quien todavía lo es. Por otra parte, un debate directo Pujol-Maragall también podía tener sus inconvenientes para el grupo PSC-Ciutadans pel Canvi porque la presencia protagonista de Pujol restaba fuerza mediática al candidato de la moción.

Visto el debate, la estrategia convergente se ha demostrado equivocada porque el mutismo de Pujol no ha significado ninguna proyección especial para Mas y sí ha dado un nuevo argumento a la oposición: o el presidente desprecia al Parlament de Catalunya o ha dado ya el primer paso hacia su jubilación. Ni una cosa ni la otra son buenas para un gobierno que está a mitad de la legislatura. ¿Hay que entender que el próximo debate de política general ya no lo protagonizará Pujol? ¿Hasta dónde llegan los efectos de su ausencia en el debate?

Si no es así, tendrán que frenarse las especulaciones reconociendo algo muy feo. El presidente Pujol y sus asesores concibieron lo que la ley no establece: la moción de censura era en realidad un paréntesis en la vida política catalana para que Maragall, Mas y Duran Lleida demostraran lo que valen. Esto es teatro parlamentario. Me parece recordar que en una lejana moción de censura, en la que Pujol sí habló, le contestó más o menos lo siguiente al secretario general del PSUC, Antoni Gutiérrez: 'Para usted el teatro, para mí el gobierno'.Algo o mucho teatro sí ha habido en el reciente debate promovido por la moción de censura socialista. Incluso los analistas han colaborado a dar una imagen de una competición teatral en la cual se trataba de comparar las interpretaciones de los primeros actores. ¿Quién lo ha hecho mejor? A la vista de las copas de cava, todos han ganado. Pero ¿y la moción de censura, qué? El silencio de Pujol a la censura de Maragall tiene una razón electoral, pero no ha tenido presente que por encima de cualquier interés partidista estaba su responsabilidad de gobierno, y su obligación moral de contestar no sólo a Maragall, sino al conjunto de la Cámara parlamentaria como depositaria de la voluntad popular.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tengo mis dudas sobre si la democracia gana con estos debates parlamentario-electorales. El protagonismo público de la institución parlamentaria siempre es bueno porque refleja el pluralismo inherente a la democracia. Lo que ya es más discutible desde un punto de vista democrático es la transformación de una moción de censura en un debate preelectoral. Los partidos políticos del arco parlamentario catalán, especialmente ERC, CiU y el PSC, se comportaron más en función de sus estrategias futuras que ante un presente regido por un gobierno objeto de una moción de censura. No es beneficioso para el sistema democrático que los partidos políticos se conviertan en un fin en sí mismos y dejen de lado su función fundamental de intermediación entre la sociedad y las instituciones. El matiz es esencial porque una moción de censura, cuyo origen son o deben ser los problemas de la sociedad mal resueltos por la acción de gobierno, no debería derivar nunca hacia un debate donde priman los intereses electorales de los partidos contendientes.

Miquel Caminal Badia es profesor de Ciencia Política de la Universidad de Barcelona.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_